domingo, 7 de agosto de 2011

"...UN ENIGMA HISTÓRICO"


Siguen siendo los libros los que tal vez dejan más huella en mi manera de ver la vida y en mi concepción acerca del sentido de la misma. La textura escrita, la necesidad de acercarme a sus datos con una velocidad moderada y la organización de los mismos me siguen pareciendo la fórmula menos mala para trasladar a mi cabecita, y para ahormar en ella mis propias construcciones, las ideas con las que a veces coincido y a veces me doy de bruces. Por eso anoto y subrayo, gloso y copio, sintetizo y rumio. Mi situación poco ventajosa de los últimos meses, en lo que a salud física se refiere, tampoco me deja muchas más opciones y, por ello, sigo bebiendo en las fuentes en las que he abrevado casi toda mi vida.
Llevo meses dándole vueltas y entrañándome en la obra monumental de Claudio Sánchez Albornoz “España, un enigma histórico”. La he citado aquí, he recogido y glosado algún párrafo, la tengo llena de subrayados, la he repasado… Y ya la voy a cerrar. Lo haré físicamente, pero creo que deja en mí huella suficiente como para reconocerme en ella durante mucho tiempo. Por eso, seguro que la seguiré “explotando” de diversas maneras. Cómo me gustaría que por sus páginas cayeran las miradas atentas de muchas de las personas que componen esta comunidad, y mucho más las de aquellos que tienen la labor de dirigir y de emitir opinión en medios de comunicación de masas. Por supuesto que no estoy de acuerdo con todo lo que he leído, claro que no, pero me parecen opiniones bien datadas, bien estructuradas, emitidas sin inquina y sin ganas de mandar a la miseria a nadie, con la mirada amplia y pensando no en el beneficio particular sino en el de la comunidad que es analizada, con la bonhomía de la buena voluntad y de la buena gente. Qué lejos siempre de toda esa caterva de impulsivos vociferantes, de esos profesionales del veneno y de la infamia, de tantos voceros de los intereses particulares del dinero y de los dogmas. En este país se ha creado, en nombre de no se sabe -o sí se sabe- qué defensa de una llamada libertad de expresión, un caldo de cultivo absolutamente irrespirable que anula cualquier posibilidad de convivencia en positivo y que ha puesto la voluntad popular al servicio de los intereses de los medios de comunicación, intermediarios de los llamados mercados. Qué pena.
Por todo ello, estas lecturas suponen para mí un desahogo, una confirmación de que quedan personas en las que se puede confiar y posibilidades que hay que seguir defendiendo. De modo que, sea cual sea mi método de aprovechamiento de estos textos, quede aquí mi agradecimiento a la labor y al trabajo ímprobo de este historiador que nos dejó como legado esta reflexión tan interesante.
Y al azar, arrimo un texto de la obra: “En 1932 (la obra es de mediados del siglo pasado),cuando mayor virulencia alcanzaban los nacionalismos en el mundo y menos podía sospecharse la caída de Europa bajo la amenaza señorial de dos comunidades políticas de ella nacidas pero extrañas a ella, adiviné en Roma el porvenir que ya ha llegado. Y defendí la urgente precisión salvadora de articular el estado continental europeo. Veinte años después de que anunciara mis temores, millares y millares de hombres creen ya en el futuro alumbramiento de Europa. No deseo aquí, en estas páginas, tomar partido en los problemas políticos de hoy. Por encima de ellos miro desde el ayer de España hacia el mañana de Europa. No sé si esa Europa, todavía lejana, será obra de la convicción, del miedo o de la espada -la espada, el miedo y la convicción hicieron en su día las naciones modernas superando sus particularismos-, pero históricamente me parece seguro que los pueblos europeos se integrarán antes o después en una comunidad política -su tardanza en llegar a ella los empujará a todos con velocidad acelerada por la pendiente de su definitiva crisis histórica. ¿Los españoles vamos a llegar a esa integración supranacional encastillados en nuestras ya seculares posiciones antagónicas? ¿A la deriva de una Europa que nos ha encandilado con sus luces? ¿O con el entrecejo fruncido frente a ella?”.
Dejo en punto suspensivos la glosa y las aplicaciones a la realidad de nuestros días y de nuestras semanas.

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