Un blog, por naturaleza, es para leer y para asentir o para disentir. Aquí puede hacerlo quien quiera pues no hay restricciones. Pero sí quiero expresar dos deseos: a) Cualquier comentarista debería ponerse nombre y dar la cara, salvo quizás aquellos que personalmente me hayan comunicado su identidad; b) Los comentarios deberían tener, con perdón, alguna consistencia. Es esta una condición que, por ejemplo, no cumple uno que repite machaconamente un desconocido acerca de la escritura de la palabra glamur. Cuando el susodicho se identifique, estoy dispuesto a intercambiar opiniones acerca de las adaptaciones fonéticas, morfológicas, significativas y hasta gráficas de las palabras procedentes de otras lenguas. Mientras tanto, por favor, absténgase, con perdón, de tocar los testículos. Vale.
UN SONETO CONTRA EL SEÑOR GLAMOUR
Hay algún encogido que se afana
exigiendo el reinado del glamour
y no sé si él o ella sobrepasan
la maloliente altura del betún.
¿Tendréis la cara negra, embadurnada?
¡Es misterio cruel, por Belcebú!
¿O tendré que aplicaros la palabra
“qué feo o fea, inútil, eres tú”?
Déjame en paz, quien seas, tengo que hacer;
no despiertes mi furia y mi quietud,
que tengo muchas cosas que atender.
Piérdete en la insabora multitud
y, si puedes, aprende el abecé:
después, hasta podrás decir ya mu.
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