lunes, 17 de diciembre de 2012

LA CONCIENCIA Y LA LUZ DE LA PALABRA



LA CONCIENCIA Y LA LZ DE LA PALABRA
Primero el balbuceo de los sonidos
en una contracción involuntaria,
después de tanto tiempo en el silencio
maternal y sin mancha del olvido.
Qué sensación de roce y desamparo
frente a las coordenadas
del mundo en sus desvelos y en sus luchas,
qué choque tan brutal para una piel tan tierna.

Después la sensación de que en los labios
anida la salmodia de los nombres
y ensayar toscamente su belleza:
madre, amor, mío, tuyo, beso, padre.
Ensayar la elección con adjetivos
que precisan matices y conducen
al núcleo más sabroso y sugerente.
Y, en la elección de todos los matices
de la fecunda luz de la mañana,
sentirse un dios menor creando el mundo,
sacando su presencia de la nada,
prestándole colores y disfraces.

Más tarde acaso alzarse hasta los brazos
en que sueñan a veces las palabras
y se funden con otras al servicio
de arte de vivir,
y así llevar de brazo
en brazo la conciencia de esos mundos
ocultos y sedientos de otras manos.

Pero, si he de rogar al horizonte
los transparentes límites del sueño,
suplico humildemente
descubrirme desnudo y ascendiendo
hasta la gloria mística del verso
y allí ofrecer sin precio y en reposo
mis manos rebosantes
del gozo y la alegría de las palabras.
Y no aspirar a más, tan solo a eso.

Hasta que un día cualquiera
mi carne se derrumbe contra el suelo,
implorando a los dioses
los ecos primitivos del silencio.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

No puedes imaginar la similitud tan grande que hay entre tu poema y un poema de lengua Náhuatl que escuche ayer en boca de un azteca mexicano.