jueves, 27 de diciembre de 2012

TOMANDO CAFÉ CON DIOS

  TOMANDO CAFÉ CON DIOS

Concentra tu atención por un momento,
olvídate de todo lo demás  que traigas entre manos,
siéntate en un sillón y, sin disculpas,
enseña a mi razón ese poquito
que la salve sin duda de la muerte.
Mira, Padre, Yahvé, Dios, Jesús, Cristo,
Amón Ra, Tor, Odín, Buda o Alá,
descerrájate un tiro en tus estancias
y vente hasta los hombres a cara descubierta.,
nácete desnudito
y enseña tus vergüenzas
a todo el que se atreva con lo simple.

No tengas prisa ahora,
que el ciclo de los tiempos
tiene en huelga de luz su calendario
Y Tú ahora tienes tiempo,
todo el tiempo del mundo.
Descansa en el sillón
y toma a mi salud un cafelito
-yo beberé infusión con unas gotas
de anís y dos terrones-.
¿No ves cómo la tarde se demora
en esa luz tan limpia y tan diáfana?

¿Estás tranquilo al fin?
Pues, venga, vamos.

Aquello de acordarte de nosotros
en una historia azul de Paraíso,
para luego perdernos y obligarte
a un proceso infinito
de eterna salvación, ¿cómo se explica?
Recuerda que soy hombre
de cortas reflexiones
y alcance elemental.

¿No hubiera sido más sencillo y claro
ahorrarnos los disgustos, los castigos,
las guerras y las muertes
de una historia cuajada de misterios,
de buenos y de malos, de elegidos
frente a los rechazados?

Es más, si me permites,
no sé cómo entender que en tu infinita
bondad tuviera sitio
tanto tiempo de espera
para pasar del sueño a la certeza,
del reino de la nada al Paraíso.
¿No nos soñaste siempre? En tu conciencia,
¿qué te impidió tenernos siempre en acto y no en potencia?
¿No nos deseabas ya desde el principio?
¿O acaso no pudiste
soportar el dolor, la soledad
de estar tan solitario sin nosotros?
¿O tal vez fue al revés y fue el humano
el que tardó en crearte y darte forma
con esos resultados tan escasos?

Si fue nuestra tardanza, no hagas cuenta
-recuerda que vivimos pocos años
y hay mucho en que emplear nuestros esfuerzos-.
Pero, si fuiste Tú el que anduvo
perdido tanto tiempo,
no sé cómo entender ese derroche
de dolor y fatiga por la Historia.
Yo no quiero beber en otras fuentes
ni en otros manantiales que no manen
tu gracia y la potencia de tu amor.

¿Qué es eso del pecado si en tus brazos
no es posible otro aroma que la gracia?
No te esfuerces, que damos
por hecha tu potencia salvadora
y habríamos entendido francamente
la ausencia y el dolor de tu pasión.

Y mira, en todo caso,
enséñanos a todos tus propósitos
como un maestro de escuela,
sin andar escondido en tabernáculos
ni en símbolos oscuros.
No olvides que algún día
nos hemos de encontrar con tu mirada,
y solo puede haber amor en ella.
¿Por qué no te adelantas y nos miras
con el mirar sencillo y espontáneo
de un padre que invocara con cariño
la presencia serena de sus hijos?

Ya me dirás, que tengo más preguntas.  

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