Constitución Española, Artículo 8.
1. Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.
Copio literalmente este artículo de la Constitución porque lo veo, por desgracia, utilizado y traído a la mesa con demasiada frecuencia. La última esta misma tarde. Leo que a un general del ejército lo han destituido por opinar, en nombre del ejército, contra el presidente de la Generalidad de Cataluña. En una revista rápida a los foros veo que muchos recuerdan este artículo como base de los supuestos derechos y obligaciones de las gentes de las pistolas.
Mucho han tardado en recordarle a este susodicho que no tiene capacidad para hablar en nombre del ejército, por más que uno sospecha que, si se hiciera una encuesta, tendría a su favor una mayoría muy absoluta.
Pero, sobre todo, convendría darnos todos una pequeña clase de lectura para tratar de entender, un poquito más allá de que la “ele” con la “a” y con la “ese” se lee “las”, qué significan realmente las líneas de este artículo, líneas que, en el mismo tenor literal o en otros parecidos, tantas desgracias nos han traído siempre a todos.
Una vez asimilado que la “efe” con la “u” y la “pe” con la “a” se leen como se leen, vamos a ver si le damos contenido real y exacto. Eso de que “las Fuerzas Armadas tienen como misión…” quiere decir simple y llanamente que, si algún día nos viéramos en la obligación de liarnos a palos por defender estas realidades, deberíamos hacerlo ordenadamente y hasta con profesionalidad. Para ello, tendrían que ser ellos, y no el resto de ciudadanos, los que se pusieran manos a la obra, con sus manos, con sus pies y con sus armas, y no el resto de personas. Más o menos como lo que les ordenamos a las gentes de la medicina con la salud, o a los profesores con la enseñanza, o a los albañiles y sus colegas con el asunto de la construcción. En eso, y no en otras veleidades, tiene que consistir su misión. Esa es la correcta forma de entender el lema sagrado de “Todo por la patria”, no siendo que se nos vaya a convertir en “Todo por la pasta”.
En qué consista eso de “garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional” es algo que ni les va ni les viene como organización, aunque sí como ciudadanos particulares, pues ha de concretarse solo entre los representantes elegidos por todos los ciudadanos. De la misma manera que tampoco les compete a los albañiles concretar la política de vivienda, por ejemplo, ni a los profesores la educación, ni a los médicos la sanidad.
¿Es que no está clarito? La política de defensa la organiza el Ministerio correspondiente, y los militares se ponen a sus órdenes para realizarla desde la obediencia más leal. Como cualquier otro obrerito que trabaja en la comunidad: cumpliendo los horarios de trabajo, acarreando balas u organizando los batallones. Ese es su trabajo. Como el de los demás. Obreritos y nada más.
Un ejemplo extremo podría ilustrar a los más cegatos. Si los representantes de la comunidad decidieran que la mejor manera de entender la defensa de un territorio fuera la división del mismo, los militares tienen asignada la misión de llevar a cabo esa división con toda su fuerza y toda su lealtad. Y los demás, a mirar cómo lo hacen en nombre de la voluntad de todos. Lo mismo sucedería por defender cualquier cambio constitucional que acordaran los representantes de la comunidad, estén de acuerdo o en desacuerdo con él. Y, si no gusta, a defender las ideas -las ideas- en la calle, pero fuera de los cuarteles, del ejército y de las armas. Eso es exactamente lo que quiere decir “Todo por la patria”. Lo demás es, por desgracia, todo lo que conocemos de la Historia, de la triste Historia, cuajada de golpes, de atribuciones personales y de mesías salvadores.
Sigo pensando que hay que seguir invirtiendo en educación, entre otras cosas, para aprender a leer.
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