Voy a cerrar la página del año con un simple hasta luego. Porque espero volver a ella, como siempre, sin saber muy bien cómo ni con qué periodicidad.
Las huellas de este año, como las de los otros, se han quedado viviendo en los caminos; muchas en el sentido literal, otras muchas entre visillos y palabras desperdigadas en páginas y versos. Cómo me hubiera gustado que alguna de ellas hubiera servido para hacer un poco más feliz a cualquier caminante desconocido o próximo. O al menos que le hubiera suscitado la comezón del pensamiento, de la duda y de la reflexión.
Cuando yo escribía las palabras, estas ya estaban causando este efecto en mí mismo, mi corazón se estaba deshojando con una sensación de pobreza y de sinceridad. Por eso las he necesitado siempre pues ellas han sido un láudano, una infusión de calma o de excitación, según el caso.
El año se ha tejido una vez más con ideas apenas esbozadas, con gritos encendidos en los versos, con peticiones íntimas y a veces escondidas, con sueños que se apuntan y con constatación de que no siempre la realidad responde a mis anhelos.
Hay gente que ya cuenta, desde este año, en el número de los que terminaron la jornada. Al fin todo no es más que un breve trecho por el túnel del tiempo. Un abrazo fecundo para ellos.
En mi casa hay silencio; es un silencio denso que no conoce límites, que quiere desbordarse por el aire, en busca de otros seres, sacando los colores de todo lo que existe, pues todo guarda dentro un arco iris.
Será el año que viene. Que sirva de tarea. Es verdad que uno puede vivir en actitud de eterna moribundia; pero es también posible intentar la difícil vivibundia. Veremos lo que pasa.
Me abrazo a los que quiero -que son todos- y les recuerdo mi anhelo favorito. También para el próximo año
SOLO QUIERO QUERER Y SER QUERIDO.
Lo dicho, un beso grande.
2 comentarios:
Supongo que en la frase final ha querido decir: "Solo quiero QUERER y ser querido".
Feliz año nuevo.
Sea. Sendos abrazos de los que te queremos en Málaga...
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