domingo, 10 de marzo de 2013

EXPERIENCIA

EXPERIENCIA
Que la vida va en serio
uno lo empieza a comprender muy pronto.
Todo es ponerse a ello,
o, más bien, que te pongan.
Porque fueron los años
de la escasez y el hambre;
porque la guerra no fue solamente
descerrajar las sienes con un tiro
o llamar a la muerte en una esquina
con banderillas negras de castigo;
porque allí no llegaron los juguetes
a compartir el tiempo con los niños,
ni los cuentos con santos, ni las botas
de la marca Gorila;
porque la noche se hizo también niña
para bajar rodando a las laderas
a dormir en el chozo en el otoño;
porque, apenas sonaron vagamente
las horas del reloj, las dimensiones
se alzaron a gritar sus diferencias;
porque nadie me dijo que las sombras
me habrían de velar el horizonte,
porque vi que la lluvias en las huertas
no regaban lo mismo las simientes;
porque, en fin, la conciencia de la vida
se me ofreció rodando entre los aros
y a la vuelta a mi casa cada tarde.
Que la vida va en serio
uno lo empieza a comprender en serio
cuando se pone en serio con la vida.

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