UNA BÚSQUEDA INJUSTA E IMPOSIBLE
Me falta una palabra cada día
que diga con certeza
lo que pienso y declaro en mi conciencia,
los argumentos de una simple idea
que justifique este correr sin pausa
hacia ninguna parte.
Tengo sed de osadía y rienda suelta
a lo que acaso duerme
en el triste salón de los olvidos,
algo que fije la tenaz presencia
de lo que me devora cada tarde.
Y sé muy bien que no es lo más exacto,
que pido lo que no me pertenece
pues entro en el silencio
-siempre dueño de la última palabra-
y enciendo la memoria:
los hijos y su hermosa descendencia,
la esposa en el secreto de todo del laberinto
y el eterno proceso
de todos los regalos de la Historia,
cierta capacidad para sentirme solo
y alguna ineptitud para el acopio
de todo lo que acerque a la mentira.
El mundo es siempre puntos suspensivos
y yo me encuentro en medio de la frase.
Buscaré la sintaxis adecuada
y un sencillo nivel de coherencia
para un todo tranquilo y placentero.
Y, si ha de ser efímero el sentido,
que se agote en el aire y en el fuego,
que purifique al menos los contornos,
que los dioses lo olviden
con la suave ternura de la ausencia.
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