HORAS DE LUZ
Amanece.
La luz se despereza
con una lentitud desconcertante
y el silencio se hace eco en soledad.
La hora del medio día.
Qué contagio
de total plenitud y de absoluto
más allá de la luz
y más acá de todas las tinieblas.
Es media tarde.
El aire
se asoma a los balcones de la contemplación.
Abajo, el agua lame
la cara más brillante de las piedras,
evita la quietud y desafía al tiempo.
Anochece.
El silencio
se apodera y adensa las espumas
de ese rumor que habita entre las cosas.
La luz es otra vez viejo recuerdo
de un suicidio de amor por los caminos,
retorna a la quietud y al dulce desengaño.
Baja la noche a esa quietud y el cuerpo
se deja en soledad y en duermevela.
Solo queda tu cuerpo y en sus mapas
reverbera otra luz más cegadora.
1 comentario:
Que poético transcurrir de un día!.
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