CUARTO ANIVERSARIO
El ritmo ritual ha roto el paso
tranquilo y silencioso de los días.
De nuevo la memoria me convoca
a la espesura de la tarde aquella
en que se paró el tiempo y la ceguera
se apoderó de toda mi pupila.
Se ha renovado el sol ya cuatro veces
y tú no has acudido a su presencia,
tú que eras tan morena. Las estrellas
se miran sorprendidas
y musitan con miedo las letras de tu nombre.
La primavera vuelve
y ya no es lo que era
la flor alborotada del almendro
cuando tú la mirabas.
La luz es hoy opaca en los objetos
y todo se sustancia en el silencio.
Quizás las amapolas
se estén acostumbrando
a que todo sea noche
y las calles no sepan
de tus menudos pasos por sus piedras.
Pero yo sé que habitas mi recuerdo
porque tiene constancia mi memoria
del rastro de tu luz y de las cosas
que no se lleva el tiempo
aunque pasen los años
-son cuatro soles ya-
sin tu abrazo doliéndome en el alma.
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