¡Las mañanitas de abril son tan
dulces de dormir! Me deja esta mañana entre las nubes, cargadas de prisa y
húmedas, que corren en tropel hacia ningún sitio, mientras dejan el tacto de
sus gotas en el campo y en mi cuerpo. Ya no es el invierno oscuro y arrecido,
es distinto el ambiente a pesar de que el aire enfada todo y lo cimbrea, como
queriéndole quitar cualquier atisbo de vida nueva. ¿Por qué te enfadas, aire?
Deja que todo fluya y que nazca sin dolor, que abra sus ojos y descubra lo
hermoso del sol y de los cielos; que, aunque sea a ras de tierra, se hermane
con los otros vegetales, perezosos aún en esta primera primavera, como perezoso
ando yo con el recuerdo encima de la tibieza de las sábanas de mi habitación.
Las hojas de las ramas en los
castaños del parque se asoman temerosas de lo que haya allá fuera; por eso sus
capullos se abren como en oleadas y por tandas, antes los de los árboles que se
orientan al sur y algún día después los que se asoman al norte. En cuanto
consiguen despojarse de la resina que cubre sus incipientes hojas, se arriman
al abismo pequeñitas y tiernas, como pajarillos de primer día o polluelos
recién salidos del cascarón. Pero, una vez que se han asomado, toman fuerza y
se abren al espacio, como si quisieran conquistarlo todo para ellas. Y crecen y
crecen y se hacen grandes en su ternura y en su verdor hasta que componen un
paraguas de sombra y de frescor para el paseante. Qué sorpresa la suya en esos
primeros momentos. Como sorpresa tiene que ser la de cualquier ser que llega a
la vida desde el silencio y la oscuridad.
Hoy el agua las golpeaba y no sé
si no se enfadaría alguna hoja, tan pequeñita y tan aturdida. Cada día que
paseo, en las mañanas frescas, por el parque, noto como un decorado distinto y
más acogedor. Después me dejo llevar hacia los campos, un poco más lejos del
ruido de las calles, y, solo y al amparo de los pájaros, respiro y me
complazco, siento y pienso en la extraño y hermoso de la vida, y observo cómo
se despereza la ciudad estrecha a lo lejos.
Es otro día más y otro día menos.
Este es ya de abril y, en esta serranía todo se despierta lentamente. El campo
irá dictando sus preceptos. Desde ahora hasta la coronación de flores en lo
alto de la sierra, todo será crecer y abrir el tiempo hacia la luz. Las flores
en lo alto de la sierra marcarán el comienzo del verano. Toda la primavera por
delante para andar y dar regocijo a todos los sentidos. Vamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario