lunes, 31 de marzo de 2014

             UNA NOTA DE AMISTAD   
             (Para José Luis Morante)
Me entero por los “Puentes de papel”, esos que yo no transito demasiado (mea culpa) pero que me traen noticias de la otra orilla, del fallecimiento de tu padre.
Yo ya no tengo fuerzas para darte consejos, solo algunos años a la espalda y esa misma experiencia amarga que me dejó transido hace ya tiempo. Solo por eso sé que no hay alivio ni teorías ni coño que les valga para dar puerta y carpetazo a la tristeza. Tal vez, acaso, puede que, no se sabe, es posible, dicen que, se comenta… que el tiempo vuelve a hacer de las suyas, te manda otras imágenes, que a su antojo se van adueñando de lo que va perdiendo los perfiles.
Pero si la tristeza se empecina, no te opongas a ella, que en su seno viven también los restos de la vida, del tiempo y del espacio, esos conceptos amplios y difusos en los que nos movemos como el viento, sin rumbo definido.
Porque el tiempo pasa, que es lo que siempre pasa, y la vida se olvida de esos ritmos que queremos ponerle, y no se acuerda de pararse un rato a contemplar todo lo que se ha vivido. Pero ahí sigue siempre, caprichosa, entera y empezada, para que tú y nosotros la violemos con algunos principios y con actos que nos sostengan tiesos y mirando lo pasado y lo que está por venir.
Cómo se vuelve todo más pequeño y querido por pequeño cuando se van los días y los años. “Se canta lo que se pierde”. Pues cántalo sin miedo y sin pudores. Porque es también un poco de tu vida la que se ha disipado entre los brazos del tiempo y del olvido.

Y recuerda, amigo, somos espejos cóncavos del tiempo. Un abrazo en el dolor.

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