SI SUPIERA SU NOMBRE
Para los viajeros de otros reinos
es sorpresa y enfado
ver que hay ojos que miran repletos
de desierto,
con la sequía en los mares de sus
cuencas.
Cuando miran,
contemplan en las mesas señales
de abandono,
de dejadez y sueño después de las
comidas.
Hay posos de palabras nunca
dichas
por labios sonrosados
que ruedan por el suelo sin
sentido,
y muestras asimétricas
de caos y de los nombres esparcidos
por la pared y el suelo.
Ellos proceden de otra luz más
clara,
de la actitud fecunda de la
sencillez
y del reino perdido de las
armonías;
saben que es el silencio el mejor
sitio
para alcanzar el alto grado y el
asiento
de lo que denominan perfección.
Y deambulan confusos, preguntando
por el significado de los
nombres,
por el lugar exacto
donde comer al menos una vez al
día
y sentirse contentos,
satisfechos,
después de haber mirado
y ver de nuevo el mar en las
miradas.
Si supiera su nombre y dónde habitan,
me marcharía con ellos y su reino
me pertenecería.
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