lunes, 24 de marzo de 2014

CUANDO TODO DA LO MISMO


En una letra demoledora de una canción escrita por el fenómeno Javier Krahe se dice “Cuando todo da lo mismo, por qué no hacer alpinismo…” Me permito la licencia de cambiar la última palabra por “periodismo”.
Reconozco que, cada vez que opino de los medios de comunicación, lo hago tal vez con algún prejuicio, y sé, por supuesto, que la profesión ocupa a un buen número de profesionales extraordinarios. Pero sigo convencido de que, en las líneas editoriales y en otro buen número de profesionales anida una visión de las cosas que yo no sé por dónde agarrarla pues me parece que obedece a una visión egoísta y acodada en la asquerosa variante económica, cuando no en una escala de valores que “non hay por do la asga”.
Se han producido este fin de semana tres acontecimientos de alcance social en cuyo desarrollo se han retratado claramente todos los medios escritos y no escritos: las marchas de la dignidad, el fallecimiento de Adolfo Suárez y una edición más del llamado “clásico del siglo” de fútbol. Si se deja un poco aparte el último, que ocupó las últimas horas del domingo. y se fija la vista y la atención en los otros dos, se verá que no es mentira lo que afirmaba antes.
No se trata de la forma, que también, sino de la importancia que se le da y en la opinión que cada suceso merece. No sé de qué manera se salen en sus facultades universitarias del Who, What, Where, When, How, Why ni qué otras cosas les enseñan, pero los criterios de selección, la extensión y los tiempos, la mezcla de la información con la opinión, la titulación escandalosa y muchas veces a contraluz de la verdad, el sesgo en casi todo nos envían un panorama que a mí me disgusta casi a diario. Tal vez porque pido peras al olmo y sigo pensando que estos medios lo son con valor social y no solo económico y al servicio de la dirección y de los accionistas, cuando no al servicio de algún director payaso y engreído.
Repasar las noticias que los periódicos de la derecha han ofrecido acerca de las marchas de la dignidad es echarse a temblar; añadirle los insultos y los desprecios que sobre los manifestantes han vertido es mucho peor si cabe. Cada uno puede hacer la prueba en los medios digitales, por ejemplo. Porque no se trata ya de hacer como que no nos hemos enterado, sino de mofarse, de insultar la sensibilidad, de reírse en las caras cansadas e indignadas y de despreciar públicamente a esos “ignorantes” que se reúnen a quemar papeleras y a gritar contra el orden establecido y la procesión del santo, mire usted por dónde. Todos o casi todos han cogido el rábano por las hojas, se han centrado en los escasos disturbios de última hora y han mandado al limbo y al cesto de los papeles la gestación, las causas y el fondo que han propiciado las marchas y el malestar social. Qué barbaridad, qué insulto a la alfabetización, qué engaño, qué patraña.
Fijar la atención acerca del traslado de la noticia de la muerte del primer presidente de la democracia produce rubor, vergüenza y hasta sarpullidos. Me cuesta más comentar el hecho porque la persona acaba de fallecer, está de cuerpo presente y, como tal, merece todos mis respetos. Pero todo ha parecido la crónica de una muerte anunciada, con hagiografías dispuestas en la mesa para que pareciera que todos estaban al tanto de la historia y del personaje. Tengo la impresión de que, en este caso, hay otros elementos que también o se han prestado o directamente han propiciado el escaparate publicitario. Y menos mal que se les agotaron los tiempos, que, si no, no sé de dónde habrían sacado variantes de la hagiografía para mantener el tono.
Creo que la figura del expresidente está totalmente sobredimensionada en términos históricos y personales, pero tal vez no es el momento, y, además, el conjunto no salió del todo mal y los que lo vivimos creo que tenemos algo más de autoridad moral y temporal para decirlo. Así que dejémoslo estar. Por respeto al difunto, no por el espectáculo que los medios están dando estos días.

Va a resultar verdad aquello del principio: Cuando todo da lo mismo, ¿por qué no hacer “periodismo”?

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