Ayer mismo, aniversario del final
de la guerra incivil, varios medios recogían opiniones acerca de aquel
acontecimiento. En algún digital de derechas se podían leer comentarios de
añoranza y hasta de petición explícita por la vuelta de aquella calamidad. Por
si fuera poco, el “ocurrente” Rouco volvió a mentar la bicha en ocasión solemne
y ambiente de prédica religiosa.
No sé si merece o no la pena, lo
cierto es que varias generaciones han vivido bajo la influencia de todo lo que
aquello significó, aunque no estoy seguro de que todos sean conscientes de
ello.
A medida que pasa el tiempo, los
hechos se van aligerando y de ellos se hace un recuelo, que solo va salvando de
la quema aquellos hitos que son más fáciles de guardar en la memoria, o que han
sido los que machaconamente se han repetido hasta convertirlos casi en únicos.
Es algo que sucede con todos los acontecimientos de la Historia y su paso por
el tejido del tiempo. Con las dictaduras sucede de manera más acusada todavía.
A estas alturas, y cada día para más gente de generaciones más jóvenes, lo que
se mantiene es alguna figura personal, el concepto de dictadura, una bruma de
posible malestar para los que lo padecieron…, y poco más.
Somos muy injustos, o muy torpes,
o muy egoístas, o muy sabios tal vez… Porque, a pesar de todo, hay que
sobrevivir y el proceso continuo de las cosas nos envuelve sin solución de
continuidad, como lo hace un ciclón continuado que no ve nunca el cielo claro y
sereno.
Porque serenamente habría que
reflexionar acerca de las razones que explican la causa de este hecho tan
horrible. Nada sucede porque sí. Seguro que las opiniones son diversas y cada
uno tiene su parte de razón, aunque, por supuesto, no del mismo peso, que la
equidistancia es de bobos o de irresponsables.
Tampoco habría que dejar de lado
todo lo que concierne al escenario en que se produjo y al tiempo concreto en
que se desató y se desarrolló. Menudo ensayo para lo que se venía ya encima en
Europa y en el mundo: de tropas, de voluntarios, de armamentos, de ideologías…
Y, a partir de ello, la
consecuencia inevitable de la duración, de los vencedores y de los vencidos. Los
heroísmos personales, que los hubo, tal vez se empequeñezcan al lado de la
imagen general y de la desigualdad de medios y de ayudas.
Y, para mí, siempre el apartado más
importante: ¿cómo fue la larguísima posguerra, sobre todo para los vencidos y
para sus deudos y familiares? Este apartado es el de más alargadas consecuencias
y el de más dolor para los que sobreviven.
Cada apartado ha sido estudiado
concienzudamente por especialistas y también por hagiógrafos y turiferarios desechables,
aunque seguidos por fanáticos y ágrafos; pero creo que al genérico de la
comunidad se le debería dar un esquema sencillo y que apuntara a las variables
principales, de manera que cumpliera dos condiciones esenciales: que se pudiera
repetir con brevedad y que no olvidara el carácter panorámico, ese que nos
defiende de lo sesgado y parcial.
Pero los medios de comunicación…
Ah los medios de comunicación… Y las prisas… Y el paso del tiempo…
1 comentario:
Yo siempre miro "palante"...para no tropezar.
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