PARA EL TIEMPO DEL TODO
Para el tiempo del todo te
preparas,
para el tiempo del gozo, que
es la nada.
Lo haces como las hojas en
otoño,
cuando dejan las ramas de los
árboles
y se acunan sin rumbo y con
desidia
en manos de la brisa; esta las
lleva
sin tener resistencia, igual
que un barco
dejado a la deriva en
cualquier parte.
No levantes la voz ni la
protesta,
sé un fámulo sencillo: en la
otra orilla
solo será la luz, será el
olvido,
será la plenitud, será la
nada.
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