jueves, 4 de agosto de 2016

LADRÓN DE LAS PALABRAS

               
LADRÓN DE LAS PALABRAS

Yo tampoco nací
sabiendo las palabras.
Tan solo fui advirtiendo lentamente
el tacto y la existencia de las cosas:
los pechos de mi madre, aquellas manos
que le ofrecían caricias a mi cuerpo,
el aire respirado, algunos ruidos
lejanos y difusos…

¿Cuándo me sorprendí entre las palabras?
No guardo la conciencia del milagro.
Porque aquel fue el milagro de todos los milagros.
Tomar distancia plena de las cosas,
verlas en la distancia,
saber nombrar al mundo sin tocarlo,
inventar dimensiones de otras vidas,
comerme una manzana con tres sílabas,
hacer sonoro el silbo de las aves,
o poder decir madre ante mi madre.

Desde entonces ejerzo
de furtivo amador de las palabras.
En ellas guardo viva la memoria
de todo mi pasado; sin su amparo
yo no sería nada. Ellas me salvan

de morir en mí mismo sin poder contarlo.

1 comentario:

Gelu dijo...

Buenas tardes, profesor Gutiérrez Turrión:

Y una vez aprendidas, las palabras que utilizamos nos retratan.
Usted sale interesante en la foto, y se le nota la bondad y la honradez.

Saludos