DESAYUNO CON DIAMANTES
(Para
Nena, Mayca, Manolo y Pedro, que me dejaron
comer casi
todos los churros)
Once
de la mañana. En los cristales,
un
día encapotado y ceniciento.
He
cumplido contento mi cuota de amistad
desayunando
churros y charlando
con
amigos que invitan
a
resolver la vida en la palabra.
(Mi
terraza es perfecta para el caso).
Tengo
que hacer las cosas de la casa,
mi
aseo personal, leer la prensa
para
entender de nuevo que la vida
sigue
a su propia bola y no me escucha.
Debajo
vive gente que no sabe
si
ando por los pasillos en pijama
o doy
vueltas a un grave silogismo.
Tengo
un encargo que es inevitable
y tengo
que cumplirlo esta mañana:
acercarme
a correos y, en valija,
facturar
con urgencia el desencanto.
Después
he de volver a estas palabras,
hoy
directas, humildes, como humilde
es
el paso sin causa de las horas.
Ellas
serán refugio generoso
que
evita los peligros al que huye
y
acaba por marcharse para siempre.
3 comentarios:
Ha sido un lujo desayunar en tu terraza. No me extraña que te inspire tanto.
De la parte del desayuno doy fe. De lo otro, ya cabe la licencia poética.
Oye, que es verdad, que no me había dado cuenta yo de que solo había comido dos churros...
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