“Perdonar a alguien total o parcialmente la pena que tiene impuesta, o
conmutarla por otra menos grave”. Copio directamente del diccionario de la RAE.
Me entero de que Cs ha propuesto en el Congreso que se prohíba por ley
la concesión de indultos de carácter político. La medida está pensada claramente
para que, si los dirigentes catalanes encausados son condenados, no tengan la
oportunidad de ser indultados.
Este hecho me parece un disparate de dimensiones incalculables. No le
veo pies ni cabeza, ni desde el punto de vista jurídico, ni desde el político,
ni desde el social, ni desde el moral, ni desde ningún otro. Algún argumento.
Los indultos existen en cualquier sociedad democrática; lo que hay que
hacer es regularlos bien.
Esta potestad se atribuye siempre al poder ejecutivo.
Es verdad que tienen que estar bien regulados y han de ser restringidos
en su aplicación y en su número; pero hay que entender que, al final, termina
siendo una prerrogativa que tiene algo de excepción y de gracia; si se quiere,
de elemento contralegal, en el sentido de que es la decisión del ejecutivo y no
la ley la que se impone.
¿Cómo poner límites a la aplicación de esos indultos para que no
terminen siendo caprichos de los gobernantes y aplicables solo a sus
“próximos”? Nadie ha conseguido poner esos límites con exactitud. Ni aquí ni en
ningún sitio.
En términos generales, la comunidad suele entender la aplicación del
indulto cuando la situación del momento en el que se concede poco o nada tiene
que ver con el de la fecha en que se impuso la condena: por reinserción, por
ley claramente desproporcionada, por situación social muy distinta, por un bien
manifiestamente superior. Y siempre con carácter excepcional y como residuo en
el que el ordenamiento legal cede a otros criterios.
La petición de un indulto o de su negación antes de que se haya
celebrado un juicio y sin conocer sentencia condenatoria o absolutoria resulta
un sinsentido y un prejuicio que supone situar la ley por encima de la razón y
de la vida, creando una situación rígida y estrecha que no ve clarear el
horizonte. Se pone el carro antes que los bueyes y así resulta muy difícil arar
este barbecho en el que se ha convertido casi todo.
Lo peor de todo es que esto solo se puede entender como una toma de
postura de carácter moral y vengativo: no solo estamos adelantándonos a lo que
diga la justicia, sino que deseamos la condena y negamos cualquier tipo de
rehabilitación o de reconducción de los hechos. ¿Cuál es la disposición al
entendimiento que se deriva de una posición como esta? Respuesta: ninguna.
¿Cómo se pueden modular y arreglar las situaciones con estos prejuicios?
Respuesta: de ninguna manera.
No es difícil ponerse en la piel de quienes, durante muchos años ya,
vienen sufriendo la befa y la mofa en Cataluña, por parte de los llamados
independentistas. El enfado y las ganas tienen que ser muy grandes. Pero esta
respuesta no está a la altura de quienes, sin duda, desean una convivencia más
sana y menos crispada.
Si se pide separación de poderes e independencia del poder judicial,
déjese trabajar y juzgar. Después, ya veremos qué hay que hacer.
A mí no me cabe duda de que, diga lo que diga la justicia, en Cataluña
se produjo un golpe de Estado; pero tengo que ser cuidadoso y acatar lo que
diga la sentencia. Y, por supuesto, desear que el entendimiento vuelva a todos
y la convivencia se haga más llevadera. ¿Qué regusto puedo yo sacar de ninguna
condena y de ver en la cárcel a nadie? No creo en el poder de regeneración de
las prisiones y solo encuentro contento en ver que la gente se lleva bien, se
ayuda y se entusiasma junta. Allá los supremacistas y los separadores con su
conciencia.
Y lo más importante: el espíritu justiciero solo suele conducir a más
crispación y a más enfrentamiento. Quien más está dispuesto a la comprensión e
incluso al perdón termina siendo el que más gana, el que ensancha más la
conciencia y el que duerme más a pierna suelta. Es siempre mejor ganar la
guerra que vencer en una batalla.
Es verdad que, para ello, también hay que dejarse dar la mano y no
rechazar cualquier aviso de aproximación y de bienvenida. Y no se ve mucho de
eso. Cachis.
Y yo, ¿estoy a favor del indulto? De momento estoy a favor de indultar a
Cs por este disparate que, desde mi punto de vista, ha cometido.
1 comentario:
Sinsentido político.
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