PRECAUCIONES
En el silencio denso de la tarde,
tengo celebración con las imágenes
que me hirieron dejando cicatrices
visibles en el mapa de mi historia.
No acierto ni siquiera a describirlas,
pues me dejan perplejo; solo puedo
situarlas vagamente en un ambiente
que me explica el extremo de su fuerza
haciendo así memoria del momento
en el que conviví con su presencia,
y añorar la visión que me grabaron
con un adiós sereno y obsequioso,
como si al día siguiente nuevamente
tuviéramos la cita concertada
para para dar cumplimiento a la costumbre.
Me da por meditar y siento y pienso.
Me corresponde ahora echar la cuenta
de si sería la última
vez que conté con su presencia.
Y sufro escalofríos y desconciertos
pensando en si es verdad que esos adioses
no serán ya más veces:
el abrazo al amigo, la promesa
de volver a cumplir un compromiso,
la discusión, la noche, los instantes
de más dificultad o los propósitos
amasados a dos manos y a besos,
la cómplice mirada o el perfume
de aquella flor que floreció en el monte,
presagio de otra verde primavera…
¿Todo la última vez? ¡Qué desengaño!
Voy a fijar con ansia mis sentidos
y a comerme el momento por si acaso
no hubiera otra ocasión en la que pueda
robarle a mi pasado sus misterios.
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