miércoles, 16 de enero de 2019

A CIERTA EDAD



A CIERTA EDAD

A cierta edad, los vicios te abandonan,
los recuerdos se van de la memoria;
nadie sabe cuál es su paradero.

A veces, sin saber por qué ni cómo,
se vuelven a juntar, se dan la mano,
ensayan sin pudor un baile antiguo,
en el que acaso tú te reconoces,
te ves incluso joven y atractivo
y piensas si será verdad el dicho
de que el tiempo pasado fue mejor.

Después desaparecen,
como jugando al juego del despiste,
y vuelves otra vez a la rutina
de ver correr el tiempo y de sentirte
un accidente más de esa memoria.

Y eso que, si te miras las arrugas,
no te sientes del todo insatisfecho,
pues gritas, orgulloso, ¡con los años
que me ha costado forjarlas en mi rostro!

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