martes, 6 de agosto de 2019

CUANDO LLEGA LA NOCHE



CUANDO LLEGA LA NOCHE

Cuando llega la noche, certificas
que en la página gris del calendario
se ha descrito un guion con altibajos
y un notable compendio de derrotas.

Entonces la nostalgia cobra vida,
se amplifica y convoca a los silencios
que pueblan a su modo las esquinas
y vuelves a vivir lo que has vivido,
con el sabor, tal vez recalentado,
de lo que fue y no debió haber sido.

En esas circunstancias,
la noche abre su puerta a la amargura.

Pero una voz amiga te susurra
que es preferible armarse de paciencia 
y aguardar a que llegue la mañana   
para darle al fracaso en las narices
y concederse el gusto
de otra oportunidad frente la vida.

Ante tales consejos,
te calmas, te sosiegas, te haces cargo
de que el viaje esa noche está pensado
para marcarse un baile,
un vis en el vaivén de otras caderas,
para prenderle fuego al universo
y que en su incendio arda
el ansia de comer en otro cuerpo
y jugar a ser dios en una cama.

Después de la tormenta,
la noche sale limpia del túnel de lavado
y la mañana espera, luminosa,
otra página en blanco
donde escribir renglones bien trazados.

Al fin, tan solo somos una errata
perdida en el cuaderno del destino.

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