No me digáis que no neutralizamos sus usos y sus significados
en la escala de valores del mundo en que vivimos. Creo que no debería ser así.
Y no por permanecer en el inmovilismo significativo de las palabras, sino por
no pervertir la escala de valores de este mundo posmoderno en el que las
verdades terminan siendo todas relativas, flojas, pendulonas y efímeras.
Pose nos aproxima a la representación, “a la
postura poco natural y a la afectación en la manera de hablar y de
comportarse”.
Posición nos lleva a la “postura, actitud o modo
en que alguien o algo está puesto”. Por supuesto, tanto en una situación física
como mental o conceptual.
Como se ve, pose
nos deja en posición poco asentada,
por más que sus fogonazos puedan deslumbrar en el primer momento; posición, sin embargo, nos enraíza y
nos deja más sólidos y seguros ante los vendavales de las modas y de los vientos.
El que anda en la pose depende de lo
que viene de fuera, de las imposiciones externas, de quedar bien ante los
demás, de proyectar una imagen amable, a pesar de que eso nos obligue a la
contradicción con nosotros mismos. Posición
recibe los mandatos desde dentro, obedece a unos convencimientos personales, no
se acomoda porque sí a las modas pasajeras y somete las rentas inmediatas y la
popularidad a los principios personales en los que se basa la coherencia.
No creo en los modelos absolutos; todos nos movemos en la
vida de acuerdo con los contextos en los que nos toca pasar el tiempo; y
negarse rotundamente a ello suele producir melancolía y enfado. Pero me parece
evidente que vivimos en el mundo de las poses
y que la balanza anda absolutamente desequilibrada a favor de las apariencias y
del bien quedar, por más que las
raíces de nuestras actuaciones tengan escasa profundidad. Las relaciones
humanas comportan emisión y recepción, es verdad; pero, si falseamos el emisor,
todo el proceso queda contaminado.
Echo una ojeada a lo que sucede por ahí, rasgo en diversos
niveles y en todos me sale una cosecha de poses
y más poses. Repasad, si no, las
imágenes y los contenidos de las últimas reuniones del G-7; dadle una vuelta a
todo el proceso de investidura que se nos viene encima y a la ya pasada;
analizad lo que significa la pasarela continua de los medios de comunicación;
no olvidéis daros una vuelta por el mundo de la moda; deteneos por un momento
en lo que sucede en los ayuntamientos; venid a vosotros mismos y apuntad las
veces en las que habéis reprimido opiniones para quedar mejor delante de los
otros.
Cuando en la ecuación domina la pose, resulta casi imposible ir desde ella a la posición; cuando lo hace la posición, se puede uno conceder la
disculpa de ir alguna vez a la pose,
para volver enseguida al estado sólido de la posición.
Tal vez pueda pensarse que el verano no es la mejor estación
para hablar de estos conceptos. O tal vez resulte la más adecuada, pues es
tiempo de calle y de exposición, de ruptura de tiempos y de roce más directo
con los demás. Y el ser humano, a pesar de todo, es un animal social.
En este mar de dudas andamos navegando. Ojalá que las olas no
nos ahoguen en el vaivén de las mareas, de las modas y de las poses, y seamos
capaces de amasar posiciones duraderas y sólidas. Aunque vayan contracorriente
y nos cuesten ratos de soledad y de nostalgia.
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