miércoles, 28 de agosto de 2019

POSE Y POSICIÓN



No me digáis que no neutralizamos sus usos y sus significados en la escala de valores del mundo en que vivimos. Creo que no debería ser así. Y no por permanecer en el inmovilismo significativo de las palabras, sino por no pervertir la escala de valores de este mundo posmoderno en el que las verdades terminan siendo todas relativas, flojas, pendulonas y efímeras.
Pose nos aproxima a la representación, “a la postura poco natural y a la afectación en la manera de hablar y de comportarse”.
Posición nos lleva a la “postura, actitud o modo en que alguien o algo está puesto”. Por supuesto, tanto en una situación física como mental o conceptual.
Como se ve, pose nos deja en posición poco asentada, por más que sus fogonazos puedan deslumbrar en el primer momento; posición, sin embargo, nos enraíza y nos deja más sólidos y seguros ante los vendavales de las modas y de los vientos. El que anda en la pose depende de lo que viene de fuera, de las imposiciones externas, de quedar bien ante los demás, de proyectar una imagen amable, a pesar de que eso nos obligue a la contradicción con nosotros mismos. Posición recibe los mandatos desde dentro, obedece a unos convencimientos personales, no se acomoda porque sí a las modas pasajeras y somete las rentas inmediatas y la popularidad a los principios personales en los que se basa la coherencia.
No creo en los modelos absolutos; todos nos movemos en la vida de acuerdo con los contextos en los que nos toca pasar el tiempo; y negarse rotundamente a ello suele producir melancolía y enfado. Pero me parece evidente que vivimos en el mundo de las poses y que la balanza anda absolutamente desequilibrada a favor de las apariencias y del bien quedar, por más que las raíces de nuestras actuaciones tengan escasa profundidad. Las relaciones humanas comportan emisión y recepción, es verdad; pero, si falseamos el emisor, todo el proceso queda contaminado.
Echo una ojeada a lo que sucede por ahí, rasgo en diversos niveles y en todos me sale una cosecha de poses y más poses. Repasad, si no, las imágenes y los contenidos de las últimas reuniones del G-7; dadle una vuelta a todo el proceso de investidura que se nos viene encima y a la ya pasada; analizad lo que significa la pasarela continua de los medios de comunicación; no olvidéis daros una vuelta por el mundo de la moda; deteneos por un momento en lo que sucede en los ayuntamientos; venid a vosotros mismos y apuntad las veces en las que habéis reprimido opiniones para quedar mejor delante de los otros.
Cuando en la ecuación domina la pose, resulta casi imposible ir desde ella a la posición; cuando lo hace la posición, se puede uno conceder la disculpa de ir alguna vez a la pose, para volver enseguida al estado sólido de la posición.
Tal vez pueda pensarse que el verano no es la mejor estación para hablar de estos conceptos. O tal vez resulte la más adecuada, pues es tiempo de calle y de exposición, de ruptura de tiempos y de roce más directo con los demás. Y el ser humano, a pesar de todo, es un animal social.
En este mar de dudas andamos navegando. Ojalá que las olas no nos ahoguen en el vaivén de las mareas, de las modas y de las poses, y seamos capaces de amasar posiciones duraderas y sólidas. Aunque vayan contracorriente y nos cuesten ratos de soledad y de nostalgia.

No hay comentarios: