Quiero dejar constancia, en forma de breve resumen, de las
jornadas poético-musicales que se han venido desarrollando a lo largo del mes
de agosto en el Palacio Ducal, hoy IES Ramón Olleros. Son varios los motivos
que me animan a ello.
Tengo la impresión (es solo mi impresión y puedo estar
equivocado) de que el equipo de gobierno del Ayuntamiento se vio pillado con el
tiempo y con la escasa previsión del equipo municipal anterior. A veces la
necesidad hace virtud pues creo que han salido muy bien parados del intento.
Sospecho que acudieron a refugio seguro y a persona
dispuesta. Esa persona se llama Luis Felipe Comendador, que se prestó enseguida
a la ayuda.
Su don de gentes, su predisposición y sus amplias amistades
seguro que han facilitado la confección de un programa de participación potente
y también dispuesta a la ayuda. Y seguro que se pudo confeccionar en pocos días
lo que de otra manera habría sido imposible. A él, creo yo, se debe casi todo
el éxito del programa.
La aventura tenía un riesgo alto pues se trataba de veladas
en las que la poesía era la materia básica y la experiencia enseñaba que es
asunto para minorías y que acaso la afluencia y la disposición de los posibles
asistentes podía no ser la mejor.
He asistido a todas las veladas y he constatado con mucha
alegría que cualquier previsión, por positiva que fuera, ha sido sobrepasada en
número de asistentes y en atención a lo que allí se presentaba. No creo que sea
fácil congregar a tal número de personas ni en los lugares más propicios.
El patio renacentista del palacio es lugar inmejorable para
este tipo de actividades: cualquier tipo de sonido suena allí melodioso. Las
últimas horas de la tarde y las primeras de la noche crean en el lugar un refugio
de fresquito que, en fechas de verano, lo agradece cualquier cuerpo y cualquier
espíritu.
La muestra de participantes, poetas y cantantes, ha sido muy
variada y manifestación de muy diversas sensibilidades.
Me siento muy satisfecho de haber acudido a todas las
sesiones y de haber sido invitado a participar con mi lectura en una de ellas y
de compartir versos y afectos con amigos y colegas.
Me parece que, por encima de todo, se ha mostrado que hay
otras formas diferentes de entender los veranos y los tiempos de ocio.
Querría que la gente entendiera (también los representantes
públicos) que estos actos no deberían tener color partidista y que la presencia
de gentes, tanto del equipo de gobierno como de la oposición, tendría que haber
sido algo normal. Las actividades culturales deben atraer por sí mismas, no por
otros condicionantes. Del anterior equipo de gobierno no he visto ni el rastro
de nadie.
Espero que desde el Ayuntamiento se sigan favoreciendo
actividades de este tipo en el futuro. Hay en Béjar un buen número de creadores
en distintas materias a los que la comunidad debe apoyar y empujar en sus
aficiones.
De una ciudad se suele medir su riqueza física y su renta per
cápita, pero hay otras riquezas que engrandecen aún más a una comunidad; se
trata de su riqueza humana, del valor que atesoran las personas. Ese valor no se
mide en cuentas bancarias. En el palacio ducal este mes de agosto aseguro que
se ha congregado una riqueza especial.
Enhorabuena a todos.
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