lunes, 26 de agosto de 2019

EN PLENO MES DE AGOSTO



Observo con disgusto que, por casi todos los rincones, se respira el olorcillo de algo que parece alejarse y que se da ya por concluido. Da la impresión de que tuviéramos ya que hacer resumen y balance de lo que ha sucedido y de que nos estuviera invadiendo la obligación del futuro dando por perdido el presente. Y me parece observarlo un poco en todos los ámbitos y niveles.
Tengo gente próxima que trabaja en la enseñanza y que ya descuenta los días con los dedos de las manos viendo cómo se queda sin ellos por la proximidad de la vuelta a las aulas. Leo resúmenes y valoraciones de las actividades del mes de agosto en esta ciudad estrecha, en la que habito. Los medios hacen recuento del número de turistas que nos han visitado. Como el asunto político no se ha resuelto, muchas de las miradas apuntan al futuro y a las novedades que nos puedan traer las próximas semanas. Y en este plan.
Es verdad que la gente anda buscando su acomodo, que tal vez las calles empiecen a verse menos transitadas, que las noches, un poquito más largas, comiencen a dar indicios de que algo se mueve; incluso las tormentas de ahora mismo, después de tanta sequía, acaso anuncien un cambio natural. Qué sé yo…
Pero me parece un error adelantarse al futuro y poner el carro por delante de los bueyes. Todo llegará a su debido tiempo. Cada día tiene su afán y a él deberíamos dedicarnos con ahínco. No entiendo que nadie se obsesione con el escaso número de días que le queden de vacaciones ni que piense siquiera en la época de trabajo antes de la misma fecha en la que se vea obligado a realizarlo. Todavía la noche anterior forma parte del período de vacaciones y no deberíamos robarle ese espíritu.
Por lo demás, aún queda casi una semana entera del mes de agosto, por el medio habrá que celebrar aniversarios, las actividades siguen al mismo ritmo, la naturaleza nos sigue regalando su hermosura, las fiestas patronales se atisban por el horizonte, acaso quede pendiente alguna escapadita de semana para los más retrasados y nada nos indica que no se tranquilice todo hasta la segunda semana del mes de septiembre. Por si fuera poco, los veranos se alargan cada año más y el clima nos dejará en la calle todavía muchos días y alguna que otra noche.
Agosto, además de ser un mes largo, no linda con ningún otro mes del calendario; quiero decir que cierra período, porque septiembre cambia las costumbres, reconstruye los ritos, se hace de rogar para olvidar aquello que creció tal vez en el verano y nos asienta en la realidad más inmediata y duradera.
¿Por qué no lo dejamos que se agote y se exprima, que deje al descubierto todo lo que tenga dentro y se duerma tranquilo y rendido después de todo el gozo y el contento? Que nadie tenga prisa, y que también se agote entre sus días, para llegar alegre, satisfecho y pleno a lo que nos vaya marcando el calendario.
Venga, vamos a ello.

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