Un tópico es un lugar común, una frase hecha que
damos por buena sin análisis y que utilizamos con frecuencia lo mismo para un
roto que para un descosido. Su principal valor es el de su adaptación a casi
cualquier contexto; sin embargo, lo carcome la deficiencia de la imprecisión.
Esta mañana me topé con uno. Volvía de la compra
y en la radio, una locutora joven felicitaba a un notario (decía que era el más
joven de España) por haber alcanzado este puesto en la administración. Y
utilizaba estas palabras: “Esta es la prueba de que el que quiere puede”. O
sea, “querer es poder”. Lo que se dice un tópico en toda regla.
Por supuesto, todo mi ánimo al joven notario
(repasen la etimología y la historia de esta palabra y luego me cuentan: tomar
nota, saber escribir, dar fe de lo escrito…) Y todo mi empuje para el que le
pone a la vida y a sus anhelos el mejor esfuerzo y la mejor voluntad. Creo que
incluso (con perdón) hasta sé algo de eso.
Pero creo que de este y de otros tópicos hemos
hecho una generalización que nos deja a la intemperie a poco que seamos algo
exigentes con la realidad. ¿De verdad que el que quiere puede? Venga ya.
Pongamos el mismo caso del joven notario.
Desconozco qué número de plazas se ofrecía en la convocatoria, pero estoy
seguro de que la mayor parte de los aspirantes se quedaron en el camino y no
alcanzaron el aprobado. ¿Es que no lo querían? Por supuesto que con la misma
intensidad que nuestro joven “triunfador” o quién sabe si incluso más. Vamos a
pensar (parece razonable que lo hagamos) que ese querer exige poner los medios
adecuados para conseguir el fin propuesto. ¿Alguien puede asegurar que el joven
notario puso más medios que los que suspendieron la oposición? ¿Seguro? Yo no
pondría la mano en el fuego. Son tantas las circunstancias que concurren para
que el final sea uno y otro… Si las enumeráramos y las analizáramos, tal vez
nuestras sensaciones serían diferentes.
Y así en todos los actos de la vida. ¿Alguien,
por ejemplo, no quiere vivir 100 años? Todo el mundo quiere. Si querer es
poder, ¿por qué no se consigue?
Tópicos, tópicos, tópicos. La vida montada en
generalizaciones. Sería bueno que los usáramos con un poco de cuidado porque,
si no, pueden servir tanto para dar ánimos y felicitaciones como para atontar
nuestra conciencia y dejarnos en la sumisión y el fracaso complacidos. O sea,
esclavos y encima agradecidos. Recuérdese que los tópicos tienen aliados
poderosos de tipo religioso, social, económino…
Así que enhorabuena al joven notario y a todo el
que se esfuerza en la vida buscando un ideal y una meta cualquiera. El ánimo
con el que se encaran las tareas resulta fundamental. Pero cuidado con las
aplicaciones de los tópicos, no siendo que nos conviertan no en seres animosos
sino en seres fracasados.
1 comentario:
Tienes un poco de razón, pero no toda Antonio, porque no es lo mismo querer, que no desfallecer y cejar en el empeño cuando se quiere conseguir algo.
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