Caigo en la tentación -una
vez más- de expresar mi opinión acerca de lo que sucede en el ágora nacional,
convencido como estoy de que mi opinión no llega a casi ningún sitio y de que a
estos asuntos se dedican a diario los medios de comunicación generales. Pero
allá vamos de nuevo.
Anda el patio de la
política algo más revuelto que de costumbre, sobre todo desde que en Madrid se
ha disuelto su Asamblea y se han convocado nuevas elecciones. A nadie se le
oculta que la plaza de Madrid, más para mal que para bien, es plaza de
categoría especial, porque, aunque Madrid no sea España, como dijo la
susodicha, sí es un crisol de todas las Españas; rompeolas de todas las Españas, dijo el poeta.
De entre todo el
guirigay, me interesa destacar dos actitudes que han concentrado la atención de
casi todos los medios de comunicación. En ello les va el morbo, la clientela de
la publicidad y la influencia en la opinión. Se trata de las actitudes de
Isabel Díaz Ayuso, candidata del PP, y de Pablo Iglesias, candidato de Unidas
Podemos.
La primera ya anda
pidiendo cuentas a toda España por haber conseguido (eso dice ella) sacar a
Iglesias de la Moncloa. El líder de Podemos le ha servido en bandeja el eslogan
de campaña, del que Ayuso ya no se bajará: Comunismo o libertad. Y se queda tan
fresca y oreada. Como si fuera un nuevo mesías o un moderno César.
El segundo, Pablo
Iglesias, dice renunciar a su puesto en el Gobierno para enfrentarse al fascismo
en Madrid y conseguir echar a Ayuso del Gobierno de la Comunidad de Madrid. No
duda en llamarlos “criminales” y “fascistas”. La derecha también le ha dado
servida la idea fuerte para la campaña: Fascismo o libertad. Y también él se
queda tan fresco y oreado. Otro nuevo profeta o Alejandro Magno.
Con independencia de
politiquerías y golpes bajos por doquier, el fondo creo que es algo más
complejo que estas proclamas con las que se bombardean unos y otros. Juegan el
partido muchas variables y tal vez no todas confesables ni perseguidoras del
bien común. Pero ese análisis -una vez más- es muy largo.
Me quedo con estas dos
figuras, que se muestran como si fueran los salvadores milagrosos de pueblos y
comunidades, como si de sus personas emanaran poderes especiales y
taumatúrgicos que van a hacer llover maná del cielo y como si fueran poseedores
de poderes mágicos capaces de conducir por el desierto a todo un pueblo hasta
la tierra prometida.
A esto lo podemos llamar
cesarismo y tiene unos peligros que causan pavor. Porque césares y caudillos -que
se convierten en dictadores en dos patadas- ya hemos tenido muchos y entre
nosotros todavía se notan las huellas de alguno.
¿Dónde están las ideas y
los programas? ¿Y los equipos? ¿Es esto acaso alguna batalla en la que lo que
interesa es la muerte del contrario y la desaparición por cualquier medio de
las ideas distintas? ¿De qué sirve una polarización en la que se pierde la
razón y se da rienda suelta al instinto?
Los medios de
comunicación se frotan las manos dando pábulo y encendiendo mecha para que la
pelea y los puñetazos se vean en directo.
¡Pero es que los
espectadores piden eso! ¡No notáis cómo desprecian a cualquier candidato que no
levante la voz ni dé voces, y le exigen que salte a la yugular del contrario!
La Comunidad de Madrid es el mejor ejemplo con Ángel Gabilondo, mucho más
pausado, hombre de ideas y abierto a los demás. Pues sus propios
correligionarios le piden más bulla, enfrentamientos y cuerpo a cuerpo.
Entre todos abonamos el
campo para que crezca la cizaña y se pierda la sensatez. Y luego nos ponemos
quejicas le pedimos peras al olmo. Así están las cosas. Vaya un panorama. Qué
pena.
Entre el cesarismo de
unos y las ganas de bulla de tantos otros, tendremos verbena nacional durante
varias semanas. Conviene tomárselo con calma, porque corremos el peligro de
despeñarnos un poco más en el abismo de la misantropía.
Por si acaso, yo les
pediría a estos y a cualquier otro candidato que vengan a la cosa pública con
el ánimo de ayudar, de poner su esfuerzo al lado del de tantos otros; no a
salvar a nadie. ¿No tienen bastante con salvarse a sí mismos y echar una mano a
los de al lado?
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