jueves, 4 de marzo de 2021

ENTONCES Y AHORA

 ENTONCES Y AHORA

A ritmo acelerado, van pasando por mis manos lecturas que me embarcan en mundos diferentes y que, sobre todo, me sugieren pensamientos acerca de la realidad que se me presenta, que he vivido o que he imaginado. Ayer y hoy le ha tocado el turno a Ava en la noche, Manuel Vicent. En ella se describe el viaje iniciático de un joven, que va a Madrid con el sueño de hacerse director de cine y con el pájaro de la imaginación de acercarse a Ava Gardner. Con una prosa muy visual -como es siempre la suya-, Vicent nos ofrece un retrato del Madrid de los años cincuenta y primeros sesenta, en una dualidad entre la represión social y política, que creaba un ambiente gris y desangelado, y los vagidos de una minoría selecta que anunciaba un mundo de libertad y de fantasía. La realidad es descrita desde un marco muy reducido, ya que Madrid es mucho más que lo que aparece en la novela y España es infinitamente más que unos grupitos de actores, palmeros o escritores

No me interesa hacer una reseña del libro. Solo me sirve de pretexto para echar mi cuarto a espadas acerca del arte y de la realidad en la que se produce y se engendra. En este caso, se trata de la literatura y del cine, pero la reflexión creo que sirve para cualquier rama artística.

El siglo veintiuno -como ya lo fue el veinte- sigue siendo el siglo del cine; todo lo que viene del llamado séptimo arte -sobre todo si viene del otro lado del océano- posee un plus de admiración y de reconocimiento que acaso no se lo merezca del todo: sería muy saludable separar el valor que pude poseer la obra de arte del que le aporta la figuración de tanta estrella, estrellita, planeta, satélite, asteroide o polvo en suspensión.

Veamos los ejemplos. a) Ava Gardner pasa su vida en Madrid de borrachera en borrachera, de juerga en juerga, de exhibición en exhibición, de cama en cama, de tablao en tablao, de noche en noche y de exceso en exceso. b) Los escritores y gente de teatro que se reúnen en el Café Gijón lo hacen a la espera de que caiga algún trabajillo, mendigando sus minutillos de gloria, arrimándose a famosillos y dispuestos a cualquier cosa por una cerveza o una foto que les regale algún grado de conocimiento. Estos últimos, la verdad, se conformaban y se conforman con poco: unas cervezas, cuatro extravagancias y poco más.

¡Y aquella y estos son los modelos que hay que seguir, los símbolos de la cultura, los ejemplos que guían, los sueños hechos realidad…!

Cuánta tontería y cuánta figuración, qué escala de valores tan efímera, qué superficialidad, qué asideros tan resbaladizos, cuánto humo y cuánto rey desnudo (acaso literalmente), la pasarela como valor supremo…

Y, al lado de estos poquitos (que al menos alcanzaron reconocimiento, aunque fuera de manera fugaz), la interminable fila india que se quedó por el camino en la miseria y en el olvido.

Lo que sucedía entonces, en el atardecer del franquismo y en los primeros ecos de la democracia, ocurre en nuestros días, y tal vez sucederá siempre. Bastará echar una ojeada al mundo del cine o al de la creación literaria y extraer conclusiones. A la vuelta están los premios Goya y los Oscar: pasarela, glamour y más glamour, exhibición corporal tras exhibición corporal, balbuceos en los premiados… y muy escasas valoraciones de las obras de arte que se presentan en los concursos, y otro tanto con el foco que se pone en los creadores y no en sus obras.

¿Este es el mundo de la libertad? ¿De qué libertad? Es seguro que, tras tantos años de dictadura, casi cualquier fórmula podría servir para mostrar la necesidad de un cambio radical en casi todo. Es menos seguro que hacerlo aspirando al instinto como fórmula de vida sea lo más recomendable y defendible. Véase qué pasa cada vez que se produce un estallido de este tipo: más pronto que tarde se vuelve la vista atrás y los ánimos se desinflan, surgen los desánimos y el desencanto, la biología enseña que no es oro todo lo que reluce ni romero todo lo que crece en el monte… Y todo ello sin renunciar al desarrollo de las ideas y de la libertad como valor que hay que conservar y desarrollar. Tal vez pensando en qué tipo de libertad y con qué fin.

Entonces y ahora.

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