miércoles, 31 de marzo de 2021

SEMANA SANTA IMAGINARIA

 SEMANA SANTA IMAGINARIA

La falta de actos litúrgicos en la calle marca esta segunda Semana Santa de pandemia. Las distintas cofradías y los grupos de creyentes y de devotos se las ingenian para buscar simulacros que recuerden de alguna manera sus actividades y liturgias de otros años: figuras expuestas en los templos, imágenes en escaparates, visitas individuales a los lugares sagrados, retransmisiones…

Pero las calles huelen y suenan de otra manera. Nada puede sustituir la presencia de los Pasos, de los capuchones, de los cofrades, de los curiosos, de los tambores, del incienso o del olor fragante a primavera. ¿Quién no puede sentir nostalgia del Señor del Gran Poder, de la Macarena, del Cautivo, de la procesión de las Capas Pardas, del Entierro, o de cualquiera otra procesión de las que salpican toda la geografía española?

Incluso los menos ‘allegados’ -en cualquiera de sus vertientes- echan de menos estas manifestaciones multitudinarias en las que se mezclan fe, espectáculo, penitencias, aromas y tradiciones muy diversos.

Qué le vamos a hacer. Otro año será. Mientras tanto, ánimo y consuelo para los más afligidos y serenidad para todos.

Hace muy pocos días me atrevía -osado de mí- a aconsejar la lectura de la Biblia como sustitución de otras actividades imposibles en estas condiciones. Lo cierto es que podemos encontrarnos con sorpresas no del todo agradables. Veamos:

No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te hará imagen ni ninguna semejanza de cosa alguna. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás. No tomarás mi nombre en vano…

Son palabras del libro del Éxodo (20, 1-17) en las que se recoge la lista de los mandamientos.

Aparte de que Yahvé no concede ninguna oportunidad a ningún otro dios (O estás conmigo o estás contra mí, afirma varias veces), se niega, en repetidas ocasiones, a la representación en imágenes físicas, tal vez porque los ídolos y dioses rivales regañaban menos y se hacían más atractivos a los posibles adoradores. Así Baal, Astarté… Por lo demás, la visión de Yahvé, salvo a algunos elegidos a los que se aparecía para darles órdenes -casi siempre severísimas- cegaba al atrevido. Y la vida eterna que se promete supone, esencialmente, conseguir, por fin, la visión y contemplación de Dios en su naturaleza.

Recuérdese la prohibición de crear imágenes del profeta Mahoma entre los musulmanes y las tragedias que eso ha provocado, alguna tan solo hace muy pocos años. Y algo parecido sucede entre los judíos.

O sea, que esto de la representación de la divinidad es asunto intrincado y dificultoso en las tres religiones del Libro. ¿O ya se nos ha olvidado para el cristianismo todo el revuelo de los iconoclastas?

¿Cómo imaginaríamos la historia de Occidente sin estas representaciones en pintura, escultura, literatura, arquitectura y resto de artes? Nadie puede afirmar si todo sería mejor o peor; pero, desde luego, resultaría totalmente diferente.

Quizás algo similar sucedería sin nuestras tradiciones de Semana Santa. Por más que la teoría nos diga que el origen y la actualidad entran en clara contradicción. O tal vez porque las tradiciones supongan algo más duradero que la fuente de la que manan. O quizás porque esas fuentes realmente no tenían demasiada agua, a pesar de que sigan prestando el nombre a la función. O quién sabe si sencillamente porque el ser humano necesita asirse a alguna esperanza que le dé consolación, por más que esté llena de suspiros y de penas. O tal vez… Qué sé yo.

Entretanto, al rincón de pensar. Y que cada cual deduzca.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Necesitamos tener imágenes de las personas qué amamos,por eso conservamos fotografías, el recuerdo es frágil. La representación en imágenes nos ayuda a fidelizar el amor o la devoción.