ANDA Y QUE TE DEN…
Hoy
me perdí en el mundo de los dichos y me encontré con este. El dicho completo
sería así: Anda y que te den… por el culo.
La cosa tiene miga, historia y tiempo. Porque hay que irse al menos hasta el
tiempo de los romanos para dar con su origen, el que nos ha llegado a nosotros,
como herederos de la lengua y de las costumbres de aquel imperio antiguo. La
cosa sigue casi igual en muchos asuntos.
La
sexualidad en Roma -y, en general, en el mundo clásico- se entendía de manera
muy distinta a como la interpretamos ahora. Por el medio ha pasado la
imposición de la moral judaica y cristiana, con su rigidez, sus prohibiciones y
su sentido del pecado. Asunto este interesantísimo para entender un poco cómo
somos y por qué somos así.
Los
romanos no veían con malos ojos la homosexualidad ni la bisexualidad.
Numerosísimos personajes célebres (emperadores, escritores…) practicaban
públicamente esta sexualidad abierta y plural. Pero no respetaban lo mismo a la
persona pasiva que a la activa; para com la primera, la consideración era
negativa, mientras que para con la segunda era positiva. El resumen es este,
aunque el desarrollo ofrece muchas perspectivas y consideraciones
diferenciadoras de las actuales.
Solo
así se puede entender que este dicho encaje en ese significado negativo de
desprecio y de rechazo que le damos ahora. No hace falta forzar demasiado la
imaginación para entender la semejanza entre el dedo corazón y el miembro
sexual masculino. De hecho, en latín, el dedo corazón es el digitus impudicus o digitus infamis. Encoger la mano y extender el dedo corazón ya
entonces era expresión de rechazo, de rechazo para el receptor físico de tal
figura.
Hoy
lo hemos conservado con significado parecido, aunque de él hemos eliminado el
contenido sexual de su origen. Componer esta figura se ha apropiado de otra
expresión: hacer una peineta. Pero la
intención y el fondo de rechazo y de desprecio sigue siendo el mismo.
Se
cuenta del emperador Calígula que, cuando daba la mano a besar -como se sigue
haciendo todavía en algunos contextos en los que se practica el besamanos- la
ofrecía muchas veces en figura de peineta. ¡A ver quién se atrevía a
rechazarla!
Como
a mí estoy seguro de que Calígula ya no me puede castigar, le puedo reenviar la
peineta y el dicho: Anda y que te den.
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