jueves, 30 de septiembre de 2021

LA CUESTIÓN SOCIAL SIEMPRE

 

 LA CUESTIÓN SOCIAL SIEMPRE

Porque la situación social   es la que es; y no se presenta como un jardín de rosas precisamente: las desigualdades son muy visibles, las oportunidades son desiguales y el panorama para el futuro no apunta lo mismo para unos que para otros. Es la eterna “cuestión social”.

Hace escasas fechas apuntaba en esta misma ventana la necesidad de concentrar más los focos en el asunto económico como base y compendio de todos los que componen la organización de las sociedades. Lo hacía considerando la importancia que se le concedía a los asuntos de género y la falta de agitación social que observaba ante los hechos económicos, todo ello sin intentar restar importancia a los primeros. De nuevo me encuentro con ideas de Dorado Montero que analizan la misma realidad, hace ya más de un siglo. Él lo hace de una manera mucho más integradora, pero recordando que, sin la base de justicia económica, no puede explicarse ni solucionarse lo   demás.

Que el problema social es algo más que una cuestión de estómago nadie lo duda hoy. Pero de eso a considerar casi sin importancia el lado económico de aquel media un abismo.

Las clases inferiores se constituyen en materia de problema social, no por carecer de alimento, habitación y vestido, sino también por carecer de otras cosas muy necesarias para que su vida pueda merecer la calificación humana: de cultura, de educación, de moralidad, de respeto a su persona, a todos sus derechos; bien que acaso la consagración de estos (derechos) sea imposible sin el acompañamiento inexcusable de la independencia económica, sin la segura e inadmisible posesión de los medios indispensables para cubrir las necesidades materiales propias y de la propia familia (…)

No tiene razón de ser alguna la disputa sobre si la cuestión social es una ‘cuestión económica’ (cuestión de ‘estómago’) o una cuestión ‘moral’. ¿No debe más bien decirse que es una cuestión moral, pero que lo es precisamente por ser ante todo una cuestión de estómago? La lucha de clases. 1 de mayo de 1899.

Algún oportunista aprovechará para agarrarse a aquella insidiosa frase que segura que “todo lo que no son cuentas son cuentos”. De ninguna manera. Por lo que se aboga aquí es por la defensa de que hay que partir de un reparto económico justo para que se puedan realizar las demás condiciones. Pero en absoluto se renuncia a las riquezas culturales, educativas, morales… y de toda una panoplia de valores, que son los que determinan la elevación del ser humano a categoría de ser noble, racional, bondadoso y justo. No queremos ser tan pobres como los que solo tienen dinero, pero no queremos que falte a nadie lo imprescindible para conseguir los elementos necesarios para el sustento y para la satisfacción de otras necesidades que también configuran al ser humano como tal.

Cualquier teoría social, filosófica, económica o política tiene que incorporar esta obligación, esta obligación amplia e integradora tendente a conseguir una sociedad en la que todos sus componentes se sientan asistidos en esa base económica y en las demás variantes propias del ser humano. Sin un sentido de lealtad y de orientación social de todas las actividades, nada será posible, la “cuestión social” seguirá acusándonos y todos andaremos de cabeza y desorientados, además de enfadados y en lucha desigual. Cada uno sabrá lo que tiene que hacer y si merece la pena. Por él y por los demás.

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