miércoles, 15 de septiembre de 2021

CUTIO / DE CUTIO

CUTIO / DE CUTIO

Definitivamente, nos reintegramos todos a lo cotidiano, a la costumbre, a la agradable monotonía de la costumbre. Los de los estudios, los del ocio, los del trabajo, los parados…  Todos en el ritmo de la repetición. Podríamos hablar de la normalidad, como costumbre, si no fuera por esa amenaza maldita e invisible del virus y de nuestro estado especial en la pandemia.

En realidad, me sirve esta entradilla de pretexto para bajar al mundo de la historia en la palabra. La lengua es siempre un buen reflejo de la vida, y acercarse a sus entrañas no es más ni menos que destripar al cerdo en tiempo de matanza. Por eso mi afición -nunca callada- del mundo de las expresiones y de esas palabras que se van quedando en el camino. Como nos vamos quedando todos en la senda azarosa de la vida. Nacer, crecer, desarrollarse, acaso procrear, y dar con nuestros huesos en la huesa. La palabra y el ser humano; el ser humano y la palabra. Dos seres que van de la mano por un camino incierto y sin retorno.

Pues vayamos a ello.

Por los lugares en los que vivo y me voy haciendo viejo y apartándome de la senda del uso y de las referencias -tal como la palabra-, el término cutio se ha venido usando hasta no hace muchos años. Creo que ha perdurado más que en otros lugares. Asunto de las hablas occidentales, siempre un poco más conservadoras. Su significado refiere algo que se realiza con frecuencia, ‘cotidianamente’, y el origen hay que buscarlo en la palabra latina quotidie, que parece incluir la suma de quot y dies, algo así como ‘¿cuántos días?’ o ‘todos los días’. Y de ahí ‘cotidiano’ y toda su familia léxica,

Con ese sentido se ha usado cutio por aquí.

De cutio nos envía al verbo ‘cutir’, también desusado, cuyo significado se concreta en ‘golpear algo con una cosa’. ¿A que enseguida nos acordamos del verbo ‘percutir’? El léxico es un racimo de uvas que se enzarza con otro de cerezas y no hay más que dejarse llevar para viajar por senderos enredados, apasionantes y misteriosos. Así que de cutio vendría a significar ‘golpear’ y, por extensión, ‘realizar un trabajo material con percusión y golpeo’.

¿Se ha utilizado esta expresión en esta zona occidental? Por supuesto que sí. Pero -y esto es tal vez lo más curioso- se ha hecho mezclando ambas formas. De tal manera que lo frecuente era usar la expresión de cutio, pero para significar ‘cotidianamente, de continuo, diariamente, con frecuencia…’ Y, al menos que yo sepa, no con el significado de ‘realizar un trabajo golpeando’. Tal vez en el uso se encontraron alguna vez ambas formas, pero no tengo constancia de ello. Más bien sospecho de la analogía entre de cutio y ‘de continuo’. Como en casi cualquier familia, podemos hallar algún garbanzo u oveja negros, que se desdibujan y pierden el pegamento de las reuniones y los afectos de la tribu; así en las familias léxicas, sobre todo si son próximas y tienden a la endogamia. Algo de esto parece haber ocurrido entre cutio y de cutio, que se han avenido y han contraído matrimonio. Al menos en estas tierras occidentales, en las que el leonés y el castellano pasean de la mano y se prestas mutuos favores.

Así que vale ya de pretextos y de aclaraciones filológicas, de usos y desusos, de parentelas y de relaciones consentidas, y volvamos a lo de hoy.

Pues eso, que de de cutio seguimos andando mal, aunque los que tienen que ‘cutir’ ya andan en ello cutio, o, como se dice por aquí, de cutio. O sea cotidianamente, con la frecuencia y la monotonía de las horas y los días, con la repetición y la constancia que nos hace reconocernos en el camino de la vida. Cosas del mes de setiembre y del otoño que ya casi nos saluda.

Venga, a ello. De cutio.

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