SOMOS “CULTURA EUROPEA”
Casi
a diario, veo en las diversas cadenas de televisión anuncios de estrenos de
películas. Muy de tarde en tarde, sucede lo mismo con la publicación de un
libro. En fin… En cada anuncio de película suelen añadir la coda de “somos
cultura europea”. Y yo me quedo lelo rumiando lo que veo. Cuanto más lo pienso,
menos lo ajusto a mi conciencia. Dos son las razones fundamentales para ello.
La
primera es la de dar por hecho que cualquier película es un logro ‘cultural’.
Si por cultura entendemos cualquier cosa que se cultiva, entonces tendremos que
aceptar, lato sensu, que todo es cultura, pues que todo acontece como
consecuencia de varias causas que se encadenan hasta depositar un hecho
concreto. No parece que los anunciantes se estén refiriendo precisamente a eso
sino a una concepción mucho más restringida, que implica, stricto sensu, una elaboración racional y a la vez artística. Como
hacemos los demás cuando nos referimos a cualquier actividad cultural.
¿Cumplen
todas las películas los niveles mínimos exigidos para que sean consideradas
como logros culturales? Qué va, ni por el forro. Como no los alcanzan todos los
acontecimientos (libros, música…) que se presentan al público. Sálvense, por
supuesto, los que sí los alcanzan. Parece claro que el mundo del cine tiene ya
otorgado el trato de favor y el beneplácito solo por el hecho de ser cine. Y
así, se nos cuela cualquier producto con el marchamo de logro cultural que debe
ser admirado y aplaudido. Lo mismo que sucede con la profesión de actor o
actriz, de manera que cualquier representante de esa profesión ya se da por
hecho que manifiesta unas condiciones propias de quien anda cultivado por la
vida. Y no, no es así, claro que no es así. A veces ni se le aproxima.
La
segunda razón tiene que ver con el apellido que se le concede a este hecho
‘cultural’: “europea”. ¿Cómo que europea? Ojalá fuera cierto. Es verdad que
está hecha en Europa, pero ¿a quién se trata de imitar hasta la humillación, el
papanatismo y el esclavismo agradecido? A Hollywood, por supuesto, al imperio
de la imagen y de la apariencia, a una escala de valores que deja muchísimo que
desear y que, en tantísimas ocasiones, no es precisamente la europea. Así que a
otro con esa gaita y a otro bobo con ese cuento.
Pido
que no se banalice el significado del término ‘cultura’, o, al menos, que se
distinga entre la cultura popular (que en absoluto tiene por qué desmerecer de
nada) y la cultura elaborada; que no se den por seguras verdades que son
mentiras y que no se imite sin personalidad cualquier cosa que nos llegue del
imperio.
Y,
si es posible, que se coloque al mismo nivel el resto de creaciones, que, por
el mismo precio, también son “cultura europea”. O al menos que se nombren,
coño.
He
dicho.
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