EPITAFIOS
Cuando
yo era niño y alguien quería referirse a algún difunto, lo hacía con la expresión
añadida que en paz descanse. Así, por
ejemplo, tío Tal, que en paz descanse…
Más tarde fui aprendiendo latinajos y, entre ellos, los referidos a los
difuntos y sus siglas: R.I.P: o las
siglas castellanizadas: Q.E.P.D. y D.E.P. Todas ellas traducciones
directas del R.I.P. latino (Requiescat in pace, Descanse en paz).
Estas
expresiones no son más que un nuevo ejemplo de la cristianización y de la nueva
valoración de la muerte en el mundo cristiano. Antes, en el mundo precristiano
griego y romano, se utilizaba la expresión
Sit tibi terra levis (escrita en los epitafios con caracteres griegos o
latinos), o variantes muy próximas.
A
poco que prestemos atención, la expresión precristiana nos olerá al deseo de
que la tierra, literalmente, no pese demasiado sobre el cuerpo del difunto; y
apunta también a cierto deseo de trascendencia lejos de la prisión del
sepulcro. La expresión cristiana, sin embargo, parece conformarse con el
descanso y la paz en el mismo sepulcro: Descanse
en paz. Aquí la separación entre el cuerpo y el alma, el asunto de la
resurrección y su espera y mil aristas más.
Pues
llegan los tontitos de turno y, por aquello de apartarse de cualquier cosa que
huela a la capa más superficial de la religión, o vete a saber por qué extraña
razón o sinrazón, publican a los cuatro vientos la expresión precristiana: Sit tibi terra levis (sospecho que en
muchas ocasiones sin conocer el significado de la misma), y dejan en el olvido o en el desprecio la cristiana Descanse en paz. Y, así, hacemos un pan
como unas tortas: tratando de huir de algo, caemos en el pozo y nos ahogamos en
el agua de la que escapábamos. La estulticia siempre ha resultado ruinosa, en
términos económicos y en consideraciones mentales. Como si tuviera que ver algo
el culo con las témporas.
Sería
aconsejable aprender un poco a nadar y no dar manotazos sin ton ni son. Solo
después de aprender se puede practicar la natación según las diversas especialidades,
antes nos podemos ahogar.
Al
difunto, por razones obvias, tal vez le importará poco el uso de una expresión
o de la otra, pero el vivo debería al menos mantener el tipo.
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