Tal vez la mejor literatura del Día Mundial de la Juventud sea la que no se escriba, pero uno es muy débil y tiene la flaqueza continuada de meter la cabeza en lugares a los que no sabe quién lo llama. Y, además, todavía no he adoptado el Taoísmo. De modo, que, serenamente, a echar mi cuarto a espadas.
Una vez más, me siguen interesando un poco más algunos aspectos de los que no oigo consideraciones y me molestan sobre todo las mentiras monumentales en las que cifran sus defensas algunos de los equipos. Aquí van algunas notas para un índice.
- No sé por qué se empeña tanta opinión publicada en afirmar que hay gente que se opone a la visita del Papa. ¿A que no son capaces de dar ni un solo ejemplo que lo avale? ¿No será que esto quiere tapar las argumentaciones que realmente sí que se proponen?
- Reconocer que muy pocas personas son capaces de reunir tras de sí a tanto seguidor no es ningún desdoro y ahí las cifras sí que avalan a los defensores de la visita. Sobre todo a primera vista porque hay ejemplos que lo ponen en cuarentena: hoy mismo en Barcelona se van a juntar otros tropecientos mil fanáticos a los que les interesa sobre todo humillar y derrotar a otro grupo. Y no se convocan mundialmente ni preparan el acontecimiento con años de anticipación.
- Confundir la doctrina con sus representantes es degradar la doctrina hasta el muladar. Y a muchos el espectáculo les va, y mucho.
- ¿Por qué no se dan cifras de asistencia desde un organismo independiente? De parte interesada y en el ambiente en el que nos movemos, tengo derecho a dividir la cifra oficial al menos por dos o por tres.
- Que se reúna juventud de buena parte del mundo durante unos días y al amparo de algunas ideas de carácter religioso, por muy disfrazadas que estén, a mí me parece algo positivo.
- ¿Por qué no se va de cara a entender, si es que se puede, la existencia histórica del fundador de esta religión? Ese apoyo es muy débil.
- ¿Por qué no se analiza la forma en la que se ha transmitido esa religión, tan misteriosa, tan traída por los pelos, tan aparentemente para complacer voluntades particulares de líderes de comunidades imperiales?
- ¿Por qué no se concede que los preceptos positivos y amorosos salen también del sentido común y de la buena voluntad de cualquier persona alfabetizada?
- ¿Por qué no se acepta la existencia de otras morales?
- ¿Por qué no se pone encima de la mesa el empeño de las doctrinas del Libro (y, por tanto, también del catolicismo) de asustar y de amenazar a sus fieles en un deseo oculto de someter y de calmar a la población para que nada se altere y casi nada cambie? ¿Quién se beneficia de eso? Claro que sí, aquello del opio del pueblo. O, si suena mejor, San Manuel Bueno, mártir.
- ¿Por qué no se analiza tranquilamente cuál es la procedencia de los fieles que acuden a la concentración? ¿Cuál es su clase social? Porque los pobres no tienen dinero para viajes de este tipo. ¿Cuánto empeño se ha puesto en cada parroquia para organizar su grupito y para “no quedar mal” ante el obispo de turno. ¿Cuántos religiosos “profesionales” engordan el número de asistentes?
- ¿Cuánto hay de festejo popular y de conocimiento de otros jóvenes con los que pasar unos días (algo tan propio de los jóvenes) y cuánto de religiosidad?
- ¿Qué pasaría de la participación si el encuentro se celebrara en tiempo meteorológico desfavorable?
- En definitiva, ¿a qué materia contable quedaría reducido el encuentro si pasamos el cedazo de las clases sociales, del aspecto festivo y veraniego, de los pruritos de cada comunidad religiosa y de los apoyos económicos de entidades poderosas?
Una vez situados en la realidad tangible y no en los suflés imaginativos, podemos hablar de los botellones religiosos que se viven literalmente estos días en la capital de España. A mí nunca me ha parecido mal que cada cual se manifieste como le parezca bien y sin ocultar verdaderas identidades. Es la mejor manera de respetar su libertad y, a la vez, de razonar con serenidad acerca de la bondad o maldad de sus actos y de sus apoyos teóricos.
De menara que, por mi parte, bienvenidos sean y tanta paz lleven como gloria dejan. Pero, por favor, dos ruegos radicales: a) No engañen ni en doctrinas ni en cifras. Y b) Con los datos en la mano, por favor, no se llamen perseguidos si no quieren insultar el sentido común ni provocar a cualquier reacción.
Y pásenselo bien, coño, que la vida es bella y, si existe su dios, solo puede ser con un plan de amor y de justicia universales, de ayuda al que más lo necesita, de sacarle los colores al usurero y de enseñar al que se ensalza (no sé cómo se casa esto con los éxtasis ante el papa o ante cualquier ídolo comercial, pero ustedes sabrán) que “el que se ensalza será humillado”. Y ya puestos a pedir, como ustedes tienen vara alta, ¿por qué no piden que la fe, eso que dicen que es un don, se reparta un poquito entre todos?
2 comentarios:
Buenos días, profesor Gutiérrez Turrión:
Aprecio que se va recuperando.
Si supiera caligrafía Zen o pudiera dibujar con el teclado le enviaría un círculo.
Intento hacerlo con el de este vídeo:
Cáliz
Saludos.
Gracias por la dedicatoria musical: muy significtiva. Un abrazo. Antonio.
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