DE HUMANA NATURA II
Como seguro objeto de la
pasión directa
que se muestra probable y aun
seguro,
pues regalas placer o das
dolor,
te invoco en el momento en que
me abraso
y en el más frío estado en que
me hielo.
Y sé que eres el bien pues me
produces
la dulce sensación de la alegría.
Si tú fueras el mal, me
llenarías
de tristeza y pesar: las
afecciones
de quien sabe que no hay
placer continuo.
Pero si huye el placer y no me
dueles,
me quedaré sin odio y sin
amor,
sin orgullo y sin nada que me
humille
para pedirle el don de la
esperanza.
Voluntad será entonces mi enemiga,
la que me ayude a amar y a sentir
ganas
buscando la belleza, ese
consuelo
cuando falta el empuje
incontrolado
que vive en el deseo y la pasión.
Hoy pido el cruel dominio del
instinto,
las pasiones directas, el
impulso
hacia tu luz, tu cuerpo y tu hermosura.
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