Así suena mi idioma en boca de un uruguayo, al que
hace hablar Mario Benedetti en su relato “Truth on the rocks”:
“Todo esto forma parte, como vos bien sabés, de una
tradición no escrita pero no por eso menos real, del peloteo en el área chica. Ah,
pero hubo un árbitro, un tal Gómez, que a mí me tenía caliente. No porque se
comiera algún orsai o pitara un penal cuando solo había dramaturgia del caído. Todo
eso se admite. Lo que yo no le perdonaba era que lo hacía por guita. Justamente
en un partido que jugamos con el Gloria Celeste, verdadera final aunque todavía
nos faltaban tres fechas, perpetró una de sus infamias a menos de un metro de
este servidor. El flaco Robles, volante del Gloria, venía con la pelota casi
sobre la línea, ya muy cerquita del banderín del córner, y entonces yo (que lo
marcaba) vi, y el arbitro también, que la pelota se le iba como veinte centímetros
al óbol, y en consecuencia suspendí el asedio, pero aquel avivado siguió
avanzando, quedó solo frente al golerito y se mandó el zapatillazo. Gol y
punto. Protestas y punto. No le dije nada al Gómez, pero lo miré tan pero tan
fuerte, que nada más que por eso me expulsó. Entonces empecé la vigilancia. El
juececito iba siempre al mismo café, de apelativo el Titán, y yo empecé a
marcarlo.”
Elementos fónicos, morfosintácticos, léxicos. El todos
los niveles se nota la esencia disgregadora de cualquier lengua en sus usos
geográficos o personales. Cuando una lengua se extiende por unos territorios
tan amplios como los que domina el español, ha sido moldeada por muchas otras
lenguas con las que ha estado en contacto, y el tiempo ha dejado su huella de
oxidación o de nueva vida, todo se explica y se comprende. Es un aprueba más,
una cualquiera, de que las lenguas se comportan como los seres vivos, aquellos
que nacen, crecen, se reproducen y mueren. En el transcurso de su vida, se
producen las convivencias, que unas veces son agradables y positivas, y otras
resultan dificultosas.
Me resulta agradable y hermoso leer composiciones nacidas
de autores tan estimados por mí, como es el caso de Benedetti, que reproducen variantes
de un mismo modelo y patrón, ese que llamamos español y que representa una de
las formas actuales más extendidas para pasar al sistema lingüístico una forma
de ver el mundo. El volumen que recoge sus “Cuentos completos”, publicado por
Alfaguara en unas apretadísimas seiscientas largas páginas, es todo un
compendio de la imaginación del autor, de su ingenio y de la organización de
unos contenidos que siempre guardan una sorpresa final diferente. Estos largos
días de invierno son propicios para su lectura, para su degustación y para su
aprovechamiento. En ello he andado y en ello apuro las últimas páginas.
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