Me apetecería mucho más dejar algunas palabras acerca
del fallecido poeta Félix Grande, de su grandeza literaria y humana, de su
sentido del ritmo, de la exactitud de su dicción, de sus muchas cualidades.
Pero he de ser coherente y no esconder la cabeza debajo del ala.
El periodista Pedro José Ramírez Codina deja de
dirigir el periódico El Mundo. Parece como si el mundo se hubiera venido abajo
o que a Atlante se le hubiera olvidado que tiene que sostener la tierra sobre
sus espaldas. Vaya por dios. El asunto ofrece muchísimas variables, variables
que yo aquí ni siquiera enunciaré en su totalidad: egolatría, influencia de los
poderes fácticos, situación económica del periódico, reparto de la publicidad y
su determinación, línea editorial, situación del periodismo en general, crisis,
indemnizaciones, estado posterior al despido… Y muchas más.
Como he dedicado algunas líneas otras veces a opinar
acerca de este señor y de la línea editorial del periódico que hasta ayer
dirigía, debo cerrar este pequeño círculo, que no interesará a mucha gente, con
mi parecer. Es mitad desahogo y mitad coherencia.
A este tal periodista lo he llamado “el mayor bufón
del reino”. Me lo sigue pareciendo. Me lo ha parecido y me lo parece porque
creo que no ha parado en barras con tal de conseguir la venta de periódicos, y
que pocas veces ha entendido que el fin no justifica cualquier medio. He
defendido y defiendo que su línea editorial ha sido la asquerosidad de levantar
héroes para dejarlos caer después, la de focalizar la realidad en una persona o
en un pequeño grupo visible, olvidándose de aquello que realmente ocupa a la
población en conjunto. He defendido que ha vivido de la adulación de aquellos
que le inyectaban publicidad institucional a espuertas y de dividir a unos y a
otros. He afirmado y afirmo que ha navegado en el morbo y en la publicación de
noticias engordadas y amplificadas con los caldos de cultivo más populacheros.
He afirmado y afirmo que se ha forrado a costa de la sangre de los muertos en
el terrible atentado del 11-M, alentando teorías que mantienen el fogonazo de
la indignación en un grupo de exaltados de extrema derecha. Y, coño, con la
sangre de los muertos no se debe jugar; y con los sentimientos de sus familiares
y de los más tontos tampoco (ahora se van viendo los resultados también en la
otra parte: la política y social). He defendido que el servicio público de la
prensa no es ni vencer ni despreciar ni perdonar la vida, sino informar y
tratar de apuntar soluciones para la mayoría de la población. He afirmado que
este pájaro nada en la abundancia económica y defiende sin pudor las
desigualdades sociales como algo natural. He observado cómo se ha juntado
siempre con la fauna más cavernaria en los antros más escandalosos…
Por todo esto y por muchas cosas más, me ha repugnado
la línea editorial de su periódico, mucho más personalista que todos los demás.
Estas observaciones, no sé hasta qué punto equivocadas, me han llevado a
negarme a leer ese periódico desde hace ya años y a no haberlo comprado nunca
(lo leía por sumar otras visiones y porque lo llevaban a mi centro de trabajo).
En muchos momentos habría deseado, por esa manera de
presentar la realidad, que no fuera vedad nada de lo que ese periódico
publicaba. A pesar de que sabía que el fondo de muchas de esas informaciones
era cierto.
No podía dejar de recordar este sentimiento ahora.
Acerca de todas las demás variables, mi opinión ya
puede ser distinta según los casos. Me molesta lo que haya de verdad en las
peticiones de los poderes fácticos para expulsarlo. Ya se ve que criar cuervos
a veces tiene el peligro de que luego te saquen los ojos. Y también que otros
partidos no tuvieron la misma fuerza para mandarlo a la calle: acaso porque no
casaban igual con los centros de poder económico. O sea, que aquí tampoco sirve
la teoría de la equidistancia que tanto gusta aplicar por ahí. Me incomoda que
solo se hable de la influencia de los poderes fácticos y no de las
indemnizaciones que se lleva el gachó en un momento económico como este. Me
disgusta que no se diga que la salida solo lo es a medias pues parece que le
quedará púlpito desde el que predicar. Y me repatea que pueda quedar como héroe
quien, según me parece, ha jugado con la moral a no tenerla, y a la fama y a la
vanidad sin reparar en medios ni en los cadáveres que dejara por el camino.
Sé que el retrato no es precisamente positivo. Es el mío.
Ojalá me equivoque, pero así lo veo. Por lo demás, suerte.
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