Cuando los calores del bolsillo
aprietan, se suele acudir a la consumición de productos más baratos, de
etiqueta be y de nombres menos rumbosos. Cada casa que se precie, tiene su
marca de segunda para menos pudientes. No tengo nada claro que la calidad de
esas marcas esté rebajada, pero es que lo que resulta más importante es mantener
la existencia de las diferencias entre consumidores, que es lo que permite
sacar pecho por ahí: no importa tanto lo de los demás si yo me alzo con una
distinción y con algo exclusivo.
Lo malo es que eso de las marcas
blancas se puede convertir en plaga y en pandemia. En España da la impresión de
que al menos un ministerio anda dedicado a tiempo completo a fomentar las
marcas blancas: tantas son las patentes, que asustan y aniquilan a las primeras
marcas. Seguro que se confundieron porque ellos decían que fomentaban la marca
España, que, se supone, sería siempre de productos de primera calidad.
Pues resulta que le han salido
voluntarios por todas las esquinas: Pujol (que da alimento a todos los medios
para el mes de agosto), asuntos bancarios, corruptelas a gogó, forrados a discreción, presidentes que sacan pecho sin
ningún pudor…
En los últimos días, tal vez como
fiesta fin de curso, les ha salido un escondrijo blanco en el buque insignia de
la armada española. Resulta que esos que dan todo por la patria -no confundir
con todo por la pasta- se dejaron perdidos por las bodegas del buque insignia
de la armada española nada menos que 127 kilos de farlopa blanquita y bien
molida. Tal vez pensaban calafatear el barco en alguna de sus paradas por esos
mundos para así enseñar un barco limpio y lustroso con una enorme bandera española.
Y los han pillado. Vaya por Dios.
Han pasado muy pocos días y todo
ha quedado en el olvido. Como si la noche se hubiera tragado los resplandores
de la cal y los lugares abisales se hubieran vuelto más claros y
resplandecientes. En el nivel del mar y en cubierta todo es silencio y calma. En
los altavoces públicos, también.
Veremos qué se les ocurre si algún
ilustre soldado tiene que prestar declaración y dar cuentas del alijo. También
podrían afirmar que lo iban a usar como detergente blanqueador para el lavado
de sus uniformes. Tal vez así les premien por su descubrimiento y aportación a
la técnica del lavado.
En este país parece que hay
supermercados que abren y cierran a conveniencia sin que la clientela se
resienta. Otros trabajan calladamente y nunca se exhiben en las banderas ni en
el álbum de cromos. Esta es la escala de valores en la que nos movemos. Esta es
la marca España, una marca blanda en caja be. A veces literalmente blanca y
triturada.
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