jueves, 28 de agosto de 2014

CURVA SESENTA Y CUATRO


CURVA SESENTA Y CUATRO

El tiempo me conmina a que me pare
a contemplar lo hermoso del camino
-¡que son sesenta y cuatro ya las curvas!-
con mirada pausada. Pasa el río
arrastrando las muestras más diversas,
los restos que son hijos, son palabras,
son hijos de mis hijos, son familia,
son causas sin sentido, y con sentido,
son búsqueda sin pausa de certezas
que siempre son esquivas pero incitan
a perseguir su causa sin descanso.

Miro de frente al tiempo, cara a cara,
y le rindo homenaje por prestarme
esas pequeñas cosas que me afirman
en esta voluntad innegociable
de perseguir la vida cuando al alba
descubro que  el futuro es cada día,
que necesito estar y hacerme cargo
de todo lo que existe y me conforma;
porque vivo y existo y formo parte
de mis vivos, mis muertos, mis congéneres.

Sesenta y cuatro guiños en el tiempo,
en la conciencia gris del universo.

El río se hará mar cuando sea el caso
y el mar convocará a todas las aguas
que quedaron atrás o que partieron

y aguardan ver sus brazos en mis brazos.