miércoles, 22 de julio de 2015

LA MEMORIA DEL TIEMPO


LA MEMORIA DEL TIEMPO

Quise tener memoria de las cosas
desde el primer principio de los tiempos
y fui a buscarla al fondo del armario.
Allí los trajes cortos, las camisas
de la época de niño, las primeras
chaquetas de ese afán encendido
por enseñarle a todos las señales
de algún brote en sazón de juventud.
Había prendas oscuras, descosidas,
ajadas y con lámparas, en precio
del paso destejido de los años.

Quise indagar el rastro
del paso rutinario de los días
y encontré tenues huellas del asombro
en el que se define nuestra alma.

Después volé más alto, por si el cielo
me regalaba acaso otra memoria
más extensa y más diáfana
y encontré la presencia de los otros
como algo inevitable y asombroso.

Volví a mi pensamiento y fui consciente
de que el tiempo define
la memoria de Dios sobre nosotros,
si sabemos soñarlo y que nos sueñe

como misterio efímero en el tiempo.      

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