lunes, 6 de julio de 2015

NICOMEDES MARTÍN MATEOS Y EL LIBERALISMO

        
Hace escasos días asistí a una conferencia en el Casino Obrero de Béjar; en ella, el catedrático de la USAL José María Hernández Díaz, durante un largo rato y de manera muy didáctica y amena, daba a conocer la figura de don Nicomedes Martín Mateos, tal vez el intelectual más importante de la historia bejarana, un jurista, filósofo y enamorado de la enseñanza y la cultura que, el en siglo diecinueve, impulsó ideas, instituciones y prácticas importantes en España y en Béjar.
En un momento determinado citó su adscripción al partido liberal, y se sintió en la necesidad de explicar lo que, en el siglo diecinueve, significaba esta palabra: algo tan distinto a lo que con ella se quiere dar a entender en nuestros días, sobre todo en el ámbito político.
Yo mismo me he referido alguna vez a la prostitución que de este vocablo se ha hecho, como una de las más elocuentes y referencia de lo que es el lenguaje y su uso correcto o incorrecto. El diccionario de la RAE recoge  hasta ocho acepciones de la palabra y no es hasta las números seis y siete cuando se refiere a algo que podría acercarse a su uso actual; y, aun así, creo que de manera equivocada.
La primera que refiere se sujeta al uso latino del término, y reza así: “Generoso, que obra con liberalidad”. Y la liberalidad nos lleva a  una “virtud moral que consiste en distribuir alguien generosamente sus bienes sin esperar recompensa”. O sea, el polo opuesto a lo que se exige en nuestros días por los que se llaman “liberales”.
En su origen, libre, liberal, liberalidad y todas las de la familia léxica nos llevan a las relaciones en igualdad, al reparto, a la generosidad, a lo social, a lo comunitario…, a nada que tenga que ver con las exigencias de propiedad individual sin resquicios, con el orden en defensa de esa propiedad personal y con todo el ejército de prevenciones legales y de fuerza con tal de salvaguardar lo que cada persona posea. De esa manera, ya puede uno suponer quiénes se consideran “liberales” y quiénes aspiran a devolver a la palabra su significado original.
Es verdad que nada es absoluto y que todo ofrece aristas e interpretaciones, pero que no engañen y encima quieran dar lecciones. Por ahí en medio del camino queda todo el asunto de las profesiones liberales, que se ejercen con más libertad y sospecho que con menos control de la comunidad, por ejemplo. O el ejercicio de la liberalidad confundida con el limosneo, la caridad y los días de las banderitas y cestillos.
El léxico se conforma con muchas variables, también con la social; y siempre es un ser vivo que se modifica continuamente. Nadie puede detener su desarrollo y su cambio. Pero una cosa es el cambio y otra el engaño, una cosa es querer ser libre y otra es impedir en la práctica que todos lo seamos en igualdad de condiciones.

Nicomedes Martín Mateos fue un liberal del siglo diecinueve. No creo que hoy se apuntara a esta denominación. Sobre todo con las connotaciones que se le han pegado como las lapas a la hermosa palabra. Y, si no, analicemos sus escritos y deduzcamos. Cada uno hará lo que mejor le ajuste a su conciencia. Sobre todo después de leer. Pero sin engañar.

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