jueves, 23 de julio de 2015

VIVA EL CABO SANTOS


No me suelen interesar mucho los actores como personas. Creo que es por el culto a la persona y al morbo que tanto se practica en esa profesión y a que tan solícitamente se someten los actores. Y, si andan por Hollywood, ya importa hasta el número de pie que calzan.
Mucho más me interesan los personajes a los que dan vida en las películas o en las obras de teatro. Y mucho más aún lo que puedan significar esos personajes y lo que simbolicen para mi concepción de la vida.
Ha fallecido el actor Sazatornil, Saza. No tengo los datos de su vida, ni me interesan demasiado. Que me perdone. Pero tengo en mi cabeza la figura de un cabo de la guardia civil que leía a Faulkner (o Faukner, como él decía) en la impagable película “Amanece, que no es poco”. O Aquel Jaume Canivell de “La escopeta nacional”, actualísima siempre y superada tristemente y con frecuencia por la realidad más sórdida de tráfico de influencias y de trapicheos a gogó en nuestro país de todos los demonios.
Qué crítica tan aguda para los “afamados” cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, y qué bien puesta en la figura de Saza. Cuando en la misma película se juntan la guardia civil y el clero filosofando en torno al libre albedrío, entonces ni Platón se atreve a acercarse. Y allí están Saza y Cassen, otro genio ya ido.
Pero claro, era cine español; no eran estrellas de Origud y eso no tenía gracia. Dónde vas a parar, por favor.
Aún hoy día, el papanatismo continúa con todo su vigor y hoy mismo era noticia de telediario que en Montana, EEUU, o sea, en los Astados Unidos de Norteamérica, habían ardido treinta hectáreas. Lo han escuchado mis oídos y lo han visto mis ojos. Pobre país…

Pues que viva el cabo Santos y que siga leyendo a Faulkner, como todos los vecinos del pueblo (y eso que eran primarios). Y que no se preocupe demasiado porque gane quien gane, la guardia civil siempre gana. Esto sigue siendo un sindiós.   

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