“La
razón de la sinrazón, que a mi razón se hace, de tal manera mi razón
enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura”. Cervantes; Don
Quijote I,1
“Resolver
en la sinrazón del votante las victorias electorales inesperadas que cunden en
Europa ofrece una explicación insuficiente, que de poco sirve para responder a
los interrogantes que suscitan. La condescendencia hacia el votante es el
sustrato ideal para un discurso populista que se disponga a resarcir el orgullo
herido de los electores enarbolando como eslogan el “porque yo no soy tonto” de
la política. @sandraleon”
Estas
son dos citas que, aunque están concebidas para conceptos y situaciones
aparentemente diferentes, creo que se compadecen y se complementan muy bien. La
primera trata de explicar alguna de las causas que llevaron al caballero a
“perder la razón”, o tal vez a ganarla, que de eso habría mucho que decir, y
este no es el formato; la segunda aparece hoy en un periódico nacional, como
parte de una reflexión, a raíz de los resultados en las elecciones internas del
PSOE.
Se
pone en cuestión la bondad y la certeza de los resultados de cualquier elección
democrática, apunten hacia donde apunten y sean consecuencia de lo que sean, ya
sea de pensamientos racionales, ya sea de expresiones sentimentales o de
berrinches y hasta de gotitas de venganza personal. Si así fuera, este asunto
de las elecciones socialistas se quedaría ya en un simple pretexto para la
reflexión más general. Y así debería ser.
Tengo
la sensación de que, en este caso, se ha votado más con el corazón que con la
cabeza, de que en este guiso hay demasiadas vísceras y no tantos silogismos. Es
mi sensación. Pero no puedo ir más lejos porque no puedo demostrar lo que
propongo con demasiados datos. ¿Quién soy yo para entrar en la conciencia de
los demás? ¿Quién soy yo para dar lecciones de nada? Repito que solo es mi
sensación. Algo parecido me suscitan muchos de los resultados que veo en la vida:
escaso razonamiento y demasiado impulso afectivo y emocional. Acaso porque la
vida es mezcla de sentimiento y de razón o que, como decía el poeta, “piensa el
sentimiento, siente el pensamiento” Qué sé yo.
Pero,
sea cual sea mi sensación, más importante resulta el hecho de poner límites o
no a un sistema de participación que llamamos democrático.
Tal
vez, en primer lugar, recordando que es este un sistema imperfecto, pero que se
trata del menos malo que conocemos. Ensalzarlo con demasiada devoción podría
llevarnos a la idolatría, y esto es mejor dejarlo para los dioses. Recelar
demasiado de él, en cambio, tal vez nos ponga en situación peor.
En
segundo lugar, sería bueno tener cuidado a la hora de prever las consecuencias
de cualquier elección y, sobre todo, a la hora de querer dar marcha atrás sin
respetar los resultados. Hay que hacerse responsable de las decisiones que se
toman. En demasiadas ocasiones hemos visto repetida la frase aquella de lamento
“no era esto, no era esto”. Las consecuencias de estas elecciones las veremos más
pronto que tarde y sobre ellas opinaremos; las secuelas de cualquier otra
elección en la vida, no solo política sino de cualquier tipo, las tenemos ahí
para ser analizadas y tenidas en cuenta.
Demos
tiempo al tiempo porque lo hecho hecho está y nadie puede asegurar que sea ni
lo mejor ni lo peor pues seguramente tiene cosas buenas y otra menos buenas. Es
verdad que se opina por sensaciones y por analogías, por lo que ha sucedido en
otras ocasiones y por lo que pide la lógica que puede suceder. En este asunto
del PSOE y, mucho más importante, en todos los hechos que a diario se suceden
en la vida. Veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario