miércoles, 31 de mayo de 2017

NACIONALISTAS (OTRA VEZ)


Sigo asistiendo asustado y con humor canino a muchas de las cosas que suceden en la calle, a la vista de todos, sin poder hacer otra cosa que lanzar un grito de protesta que para muy poco sirve, salvo para mi desahogo.
Hoy mismo se votan los llamados presupuestos, esas cuentas generales que reparten los ingresos y los gastos de la comunidad según la escala de valores de la mayoría parlamentaria. En ello radica su importancia, hasta el punto de colocar esta ley en la cúspide de las que anualmente se aprueban en el foro político común.
Los números apuntan a que más de dos mil millones de euros se van en aumento y beneficio específico del País Vasco y más de doscientos en mejoras exclusivas para Canarias. Tales compensaciones se deben a las peticiones de dos partidos nacionalistas que poco o nada promueven el reparto favorable a otros territorios. Se escudan en que ellos representan a los electores de esos territorios nada más, y se quedan tan frescos y oreados. Por si acaso, y para que no se les caiga la cara de vergüenza, lo adornan con alguna guinda genérica que les lava la cara y que a nada les compromete.
Son los nacionalistas, siempre lo han sido y siempre lo serán. Por eso he afirmado continuamente que los nacionalistas siempre son de derechas, se llamen como se llamen.
Lo más desasosegante es que sus electores les aplauden con las orejas. Y, aun peor, casi todos los de los demás lugares los miran con envidia y exigen a sus representantes que hagan lo mismo y que busquen el beneficio provincial o regional. Sospecho que incluso algunos que lean estas líneas entenderán como algo normal que esto suceda; y lo harán como algo normal, de norma y de costumbre.
Estamos acostumbrados a ver algo parecido con cualquier partido gobernante, con más o menos descaro, pero no deja de parecerme sonrojante.
¿Nadie piensa que esto es lo que más desune a una comunidad a poco que nos echemos a pensar y a poner algo de razón en lo que sucede? ¿Cuántos españoles que no sean del País Vasco o de Canarias no se sentirán enfadados y poco predispuestos a ilusionarse con una comunidad general más justa y equitativa? ¿Qué tentaciones tendrán los representantes de los demás lugares antes estas evidencias? A estos representantes nacionalistas tendrían que arrojarlos al pilón sus propios electores por egoístas y escasos de mente. No se dará el caso, por desgracia, porque han nacido políticamente para esto.
También los electores tendríamos que pensar qué parte de culpa nos corresponde a la hora de elegir cargos que solo buscan el beneficio de su territorio y se olvidan de los demás, como si no tuvieran los mismos derechos y los mismos deberes.
No resulta fácil, a la vista de lo que ocurre cada día con más descaro. Y ese camino nos conduce al abismo y al sálvese quien pueda. El más rico y el más fuerte andan memos preocupados; el más débil a veces parece que no se entera e incluso que anda hasta agradecido con su suerte.

La convivencia es difícil por la diversidad de intereses que se ponen en juego. Por eso, la buena voluntad y el sentido común tienen que imperar y mandar al rincón del olvido al egoísmo y al sentido provinciano y pueblerino que tanto abunda.  Ayyyyyyyyyyyyyyyyyy.

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