Cuando escribo estas palabras, “Los
candidatos a liderar el PSOE se miden en un debate decisivo”. Ese es el titular
de un periódico nacional. Me quedo con las tres partes del enunciado.
“Los candidatos a liderar el PSOE”.
Doy por bueno que los tres son candidatos, aunque parece que uno posee menos
posibilidades; pero que el derecho no selo quiten, por favor. No entiendo muy
bien qué alcance tiene eso de “liderar”. ¿Hasta qué punto la imagen y las
decisiones de un dirigente tienen que ser las suyas o las que acuerden los
órganos colectivos e incluso los militantes? Átenme esa mosca por el rabo. Y en
esta ocasión más aún, pues duele todavía una ruptura en la que se opusieron
esas dos posturas. Dejaré de lado la vigencia de todas las siglas del PSOE, no
siendo que alguna se le haya caído o ladeado un poco por el camino.
“Se miden”. Está bien el uso de un
término que no hiera ni provoque sangre. Esta metáfora suave (la estatura
física poco importa y la moral debería ser conocida) quizá quiera indicar que
ninguno está dispuesto a dar mamporrazos a los otros, tal vez para salvar la
imagen de gente que pertenece a la misma organización. Confrontar siempre está
bien, si se hace con educación y con mesura, sin ocultar nada pero sin
apabullar a nadie, con humildad y sin mala sangre. Pues que se “midan” y que el
metro se estire para los tres.
“En un debate decisivo”. ¿Un debate
decisivo? ¿De verdad que de un debate puede salir el ganador y el líder de un
partido para los próximos años? ¿Es que no los conocemos? ¿Tienen algún conejo
escondido en la chistera? ¿Son engañabobos? ¿Los que los sigan en el debate no
tienen ya conciencia formada? ¿Qué confianza pueden despertar en mí aquellos
que deciden su voto solo por las palabras de un debate?
No voy a ver ese debate que ahora
mismo se estará desarrollando. Creo que las personas son importantes, sobre
todo para elegir a las mejores y más capacitadas; pero mucho más importante me
parece el desarrollo de las ideas, y esas están en todas las personas, o
deberían estar. Tengo la impresión de que, también en este caso, se va a votar
mucho más con el corazón que con la cabeza. De los berrinches y de las
venganzas ocultas poco jugo se sacará. Mana mucha más agua clara de la
reflexión serena y pausada. Y yo de esa, en mi contexto, he visto poca. Más les
valdría a los que tan claramente se deciden en público por un candidato
(ejerciendo su libertad, por supuesto) que promovieran el intercambio de ideas,
la reflexión sobre las mismas y la manera de llevarlas a la práctica en sus
proximidades.
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