No debería dedicar esfuerzo a pensar
en asuntos que pueden parecer crónica de sucesos. A mí me interesan, por encima
de todo, los pensamientos, las deducciones que mi cabecita me plantee y la
descripción de aquellas ideas que considere con algún alcance para mi vida y
para la de los que me rodean; y, en esta línea, tengo que medir los ratos que
gasto en consideraciones que afectan al PSOE, como los tengo que medir para
otros casos. Llevo varias en estos días; tal vez merezcan la pena, no sé.
Se oye decir alguna vez que el orden
de importancia en política debería ser el siguiente: país, partido, persona.
Creo que es el correcto y alterarlo es subvertir la escala y equivocar las
prioridades. También es muy posible que los tres elementos se mezclen de manera
inevitable y que terminen por ser inseparables. Al fin y al cabo, estamos
hablando de la condición humana. ¿Qué son los partidos sino simples instrumentos para cambiar y mejorar la sociedad'
Los electores del PSOE han elegido
mayoritariamente lo que han creído oportuno. Tienen todo su derecho a hacerlo.
Ojalá hayan acertado. En todo caso, se han de seguir sus dictados.
Pero yo también tengo derecho, y
hasta obligación, de pensar lo que crea más acertado. Y opino que tengo la
impresión de que el orden de factores en este caso no es el apuntado más arriba
sino exactamente el contrario, o sea, el de persona, partido, país. Claro que
esto es solo una sospecha y puedo estar equivocado. Ojalá lo esté. Porque, si
no lo estuviera, querría decir que se ha consumado una operación de
recuperación personal por encima de los colectivos de país y de partido, y a
estos no les iría demasiado bien en el futuro. El tiempo será el que irá
poniendo en limpio todo y aclarará las dudas. Yo, lo repito, deseo estarme
equivocando en lo que ahora pienso.
Algo, sin embargo, sí debería quedar
ya claro, y es que la participación de la militancia, en igualdad de
importancia con sus cuadros y mandos -un militante un voto- debe quedar ya para
siempre establecido y, lo que es más importante, asumido; aunque habrá que regular qué tipo de
consultas son las que se someten a todas las personas. Este hecho sí supone un
empujón importante en la participación y en el compromiso general. No es poca
cosa.
Y un peligro que ya amenaza como la
tormenta en tarde nublada: la necesidad de contrapeso de poder al líder
elegido. Detrás del líder, sí; con lealtad. Pero mucho más detrás de la
comunidad y de la organización en general, que tiene que estar al servicio de
esa sociedad antes que nada. Y en la sociedad están el partido concreto y el
líder visible, pero también otras muchas organizaciones y formas de ver la
vida.
Cuánto desajuste y nubes tormentosas
asoman por el horizonte. Ojalá no descarguen con granizo y maten la cosecha,
que ya anda escuálida y escasa.
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