Sábado 16. Se presentó el libro “Escrito en
capilla”, del que es autor Daniel Sánchez Gutiérrez. Recoge la documentación y
los testimonios de las personas allegadas a seis casos de fusilamiento de personas de la provincia de Salamanca, en los
primeros días de aquella horrible guerra incivil. Es el premio Florentino
Hernández Girbal-María Iglesias Clavero. Asistí al fallo, hace ya mucho tiempo,
como miembro del jurado y en algún lugar he dejado breve impresión del mismo.
La traducción a libro ha sido tortuosa y muy lenta, pero al fin vio la luz en
una composición muy sólida y atractiva. Solamente repetiré de lo que en otra
ocasión escribí: que, a mi juicio, el principal valor del libro es la aportación
casi exhaustiva de documentación que lo compone. En ocasiones creo incluso que
es hasta redundante.
Hoy (o el sábado), se trataba de presentarlo
ante los posibles lectores. Y allí había un nutrido grupo de posibles,
convocados no sé si por el asunto que se trataba, por la llamada de los convocantes
o por la afinidad con los intervinientes. Es este un asunto que ya he tratado
en otro lugar y no quiero repetir opiniones.
El acto tuvo dos partes bien diferenciadas. En
la primera, el autor, de la mano de Aniceto Orgaz, miembro del Grupo Cultural
San Gil, organizador del premio, dejó una nota sintética de cada uno de los
casos y personas que se recogen en su obra. Demasiado sucinta la nota, me
pareció, para el conocimiento de sus rasgos esenciales. La segunda parte se
reservó para la presentación in extenso de uno de los casos. Y fue Ramón Hernández
Garrido el encargado de poner palabra, documentos y fotos para hacer pública la
semblanza de su abuelo, Valentín Garrido Muñiz, de Béjar.
Cuando se pasa de la idea a la fotografía,
se traslada el documento a la pared para que se lea, se ponen nombre y apellidos
a la causa, se le suman los detalles personales y todo ello se encauza en la
voz de algún allegado, entonces el plano de la razón se mezcla con el de la
emoción y todo se adensa hasta crear el ambiente más propicio para el traslado
de lo que se quiere decir a los oyentes.
Creo que es lo que sucedió allí; no solo con
el ponente sino con todos los que asistíamos a la secuencia de los hechos. En
pocos casos se produce la catarsis como en los que se refieren a muertes tan
fuera de razón como todos los que tienen que ver con nuestra guerra incivil. Parece
como si el paso de los años no hiciera otra cosa que poner más sensación de
agravio y de desvarío al reflexionar acerca de todo lo que ocurrió.
Es derecho de cualquier familiar quedarse en
el recuerdo de sus allegados y concentrar su dolor en ellos; pero es deber de
todos los demás alzar la vista y hacer de un caso la imagen de tantos otros
similares, hasta dibujar un panorama más amplio del ambiente en el que todo
aquello se produjo. Por ello, desde el ejemplo de Valentín Garrido Muñiz, traído
hasta todos desde la fuerza, el conocimiento, el buen decir y la emoción de su
nieto Ramón, debemos sentir también la presencia de los demás: Juan Calvo Moronta,
Enrique Vicente Iza, Enrique Vicente Baldión, Manuel Martín Cascón, Pedro
Miñana Regadera (también de Béjar). Casto Prieto Carrasco. Ellos, junto a tantos otros, sufrieron
la injusticia más atroz y pagaron con su muerte la barbarie, la venganza y toda
la sinrazón que se producen cuando no
rige una convivencia sana en cualquier comunidad.
Tanto el autor del libro, Daniel Sánchez
Gutiérrez, al que hay que agradecer su esfuerzo y su trabajo desinteresados (la
cuantía del premio lo destina a asuntos sociales) como Ramón Hernández se
encargaron de decir, sin que nadie se lo pidiera, que ni en el libro ni en la
presentación anidaba ni un gramo de venganza ni de resentimiento, sino todo lo
contrario, si acaso el deseo de que hechos semejantes nunca más se vuelvan a
repetir. Es lo que he oído siempre que he participado o he asistido a algún
acto que tenga que ver con asuntos de este tipo. ¿Cuándo lo entenderán “los del
otro lado”? Si es muy sencillo. Si la conciencia queda mucho más tranquila, si
se duerme mejor cuando se reconocen las deficiencias y se piden disculpas. Parece
que a algunos lo que les pone alegres es precisamente dejar claro y público que
a estos “asuntillos” lo mejor es no dedicar ni un solo euro de los
presupuestos. Pobrecitos…
Las comunidades avanzan en el perdón y en la
concordia pero no en el olvido. En sitio célebre reza esta expresión: “La
verdad os hará libres”. Este libro es un trozo emocionante de esa verdad. Con
su lectura, con su conocimiento y con la aplicación de lo que de su lectura
extraigamos, también nosotros seremos un poco más libres.
1 comentario:
Pena por no estar allí.
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