EDADES
Las puertas del jardín están
abiertas,
con la cancela gris y algo de
herrumbre;
ya no guardan la luz de
aquellas tardes,
en las que te asomabas,
sonriente,
respondiendo a la voz de mi
llamada.
Han crecido los tilos y los
plátanos
tienen el tronco ancho, la
mimosa
sigue dando perfume en el
entorno...
Recuerdo que su olor nos
cobijaba
y guiaba nuestros pasos,
temblorosos,
que buscaban la sombra y la
espesura…
La tarde, los deseos, el
paisaje,
la luz y mi mirada en tu
mirada.
Hoy vuelvo hasta el jardín y
ya no suena
el ruido en la cancela, ni los
tilos
me mandan un mensaje en su
enramada.
Será que no estás tú y es todo
ausencia,
todo se ha vuelto extraño y
silencioso.
Estoy donde la luz me hizo
feliz
hace ahora veinte años.
Y descubro, a la vera de la
tarde,
que soy un cuerpo extraño
en esta excelsa alquimia del
tiempo y del espacio:
Nada me reconoce ni contesta
cuando llamo a las cosas por
su nombre:
¡Soy un siglo más viejo
y han pasado tan solo veinte
años!
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