Se vive y se desvive en el mundo especial que rigen a su
antojo las emociones. Lo demás es acaso demasiado proceso natural, leyes
abstrusas, sucesos por venir impepinables, futuro agazapado a la espera de dar
salto a la escena. Para darle la réplica y atarlo con una cuerda fuerte a todo
ese demás, usamos la razón y los teoremas, nos sometemos como convencidos a lo
que ya sabemos del todo inevitable.
La pasión es sin duda muy distinta, es improvisación y
torrentera, es aluvión y mar embravecida, es desplome y es fuego.
Pero ¿y el silo de pasiones de otros tiempos? ¿Dónde y de qué
manera la forma de vivir y de sentir de viejas épocas? ¿Cómo saber del ansia y
de la risa de los abuelos de nuestros abuelos, que ya fueron cadena y eslabón
de sus abuelos? Y aquí lo que ahora importa.
Las sensaciones se viven y se queman al momento, son fuegos
en la fiesta y picos de locura o de tristeza. ¿Cómo volver a ellos en la larga
cadena de los siglos? ¿Cómo dar con la tecla que afine con el núcleo que pueda
definir bien la tristeza, o el filo de la risa, o el miedo, o el amor? Intento
precisar, hacer la prueba, y siempre me decanto por buscar un ejemplo que
concrete aquello que pretendo definir; me voy de la definición a las imágenes… ¿Que
qué es la tristeza? Pues es cuando alguien se muestra así o asao… Y enseguida
aparece un decorado con ojos o con rostro de tristeza. Necesito una historia
para poder dar fe de lo que siento cuando quiero definir ese concepto. Toda
emoción necesita una historia para poder acercarse a ella desde fuera. E
incluso desde dentro, pero no hilaré tan fino para que no se muestre el traje
demasiado transparente. En esa historia se halla compendiado todo lo que
sabemos en realidad de nosotros mismos y todo lo que podemos comunicar a los demás
para que lo compartan y para que permanezca a lo largo del tiempo.
¿Y cuál es ese molde necesario para pasar a ejemplo y a
figura los conceptos? Son muchas las maneras que podemos usar: la pintura, la música
y sus notas, los gestos y las muecas…, las ciencias y las artes.
Hay uno que siempre está esperando y que trabaja desde hace
mucho tiempo, todo el tiempo. Se trata del poder de la palabra, de todo lo que
llena y ha llenado en libros y en poemas, en consejas y en coplas, en preceptos
y en fábulas, en conversaciones, en…
A través de todos estos moldes se nos ha ido transmitiendo
todo lo que sabemos de los otros, para conocernos a nosotros mismos y, lo que
tal vez sea más importante, para asentar nuestra escala de valores y nuestra
forma de vida, siempre cambiante y siempre al amparo de lo que el paso del
tiempo ha ido conformando.
Por eso la importancia decisiva de la lectura y de la
comunicación con los otros a través de la palabra.
Llegar a los conceptos no es siempre tan sencillo; los hay
demasiado abstractos e imprecisos. Pero entonces acude la palabra y comienzan
las historias. Es cuando… Es cuando… Es cuando…
Y así vamos tirando torpemente, alucinados con el poder deslumbrador
de la palabra, dioses encadenados, milagreros con causa.
1 comentario:
Y que esa palabra nos llene las horas, pero no hay nada mejor que vivir para escribir. Escribe maestro.
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